Desde 1898 hasta el presente han habido más de cien proyectos entre propuestas para cambiar el estatus de Puerto Rico, referéndums y plebiscitos. La isla a menudo se ha dividido sobre qué camino tomar. Ahora, el Partido Demócrata está dividido sobre cómo presentar la pregunta a los isleños una vez más.

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Adi Talwar

Se ha intentado un centenar de veces por más de cien años y en el esfuerzo más reciente por cambiar el estatus de Puerto —un territorio no incorporado de los Estados Unidos—, dos proyectos de ley están dividiendo al partido demócrata.


Luego de que el pasado 3 de noviembre se realizara el plebiscito sobre el estatus político de Puerto Rico de 2020, en el cual solo estaba la posibilidad de votar sí o no a la estadidad, este año el congresista demócrata de la Florida, Darren Soto, junto con la representante republicana de Puerto Rico, Jenniffer González Colón, anunciaron el 2 de marzo la presentación del proyecto de ley de “Admisión de la Estadidad de Puerto Rico” (‘Puerto Rico Statehood Admission Act).

La respuesta de quienes buscan una vía más inclusiva no tardó en llegar y el 4 de marzo, dos días después, más de 85 organizaciones de base puertorriqueñas, nacionales, multirraciales e interreligiosas instaron a que los líderes del partido demócrata, Nancy Pelosi y Chuck Schumer, respaladaran no el proyecto de ley de estadidad para la isla sino el proyecto de ley conocido como “Autodeterminación de Puerto Rico de 2021”.

Esto creó un punto de tensión en la agenda del partido demócrata, y al día siguiente, 5 de marzo, Soto salía y acusaba al líder del Senado, Chuck Schumer, de estar cambiando de postura sobre la estadidad para la isla por miedo a las consecuencias políticas en Nueva York, y de este modo aquella división que existe en el partido demócrata sobre el futuro de la isla estaba una vez más generando disputas al interior del partido.

“Aquí hay un tranque”, dice Edwin Meléndez, exdirector del Centro de Estudios Puertorriqueños. “El tranque impide que haya un avance”.

Para Meléndez, el estatus de Puerto Rico es uno de esos temas que divide a los demócratas. Desde 1898 hasta el presente han habido más de cien proyectos entre propuestas para cambiar el estatus de Puerto Rico, referéndums y plebiscitos, dice Charles Venator-Santiago, profesor del Instituto de Estudios Latinos, Caribeños y Latinoamericanos de la Universidad de Connecticut, quien prepara un catálogo sobre el tema.

El tema es igualmente divisorio tanto en la Florida como Nueva York, dos estados que albergan poblaciones considerables de puertorriqueños.

En Nueva York, por ejemplo, ya existen dos bandos entre congresistas: quienes están a favor de la autodeterminación de Puerto Rico y quienes apoyan la estadidad, como el recién elegido congresista Ritchie Torres, representante del distrito congresional 15 del Bronx —que por los últimos 30 años estuvo liderado por José Serrano, quien también abogaba por la estadidad de la isla.

El 7 de marzo, Torres salió a respaldar su posición en pro de la estadidad y el revés vino el 18 de marzo cuando el senador Bob Menendez, demócrata de Nueva Jersey, junto con las congresistas neoyorquinas Nydia Velázquez y Alexandria Ocasio-Cortez presentaron el proyecto de ley “Reconocer el derecho del Pueblo de Puerto Rico a convocar una convención de estatus mediante la cual el pueblo ejerza su derecho natural a la autodeterminación, y establecer un mecanismo para que el Congreso considere dicha decisión, y para otros fines”, que en pocas palabras se dio a conocer como el proyecto por la autodeterminación de 2021.

“No creo que ninguno de los dos proyectos salga adelante y el partido demócrata está dividido sobre el hecho,” dice Meléndez. “Además, los republicanos no quieren que pase nada”.

Tanto el proyecto de ley por la estadidad de Soto como el proyecto por la autodeterminación de Velásquez no son nuevos. En 2019 Soto presentó el Puerto Rico Admission Act y en 2020 Velásquez dio a conocer el proyecto de Autodeterminación de Puerto Rico de 2021” (Puerto Rico Self-Determination Act).

Diferencias entre los dos proyectos

La propuesta de estatidad de Soto quiere anexar la isla como un estado más de la unión, pero hay pocos detalles. Para Venator-Santiago, quien ha estudiado la historia jurídica de los territorios de los Estados Unidos, el proyecto de Soto es vago, poco específico y no tiene substancia.

“Las propuestas que circularon entre 1991 y 1998 ofrecían detalles sobre cómo hacer la transición. En los cuarenta las propuestas eran aún más específicas”, dice Venator-Santiago quien también cree que el Senado no tiene ningún interés en resolver el estatus de la isla, que como territorio no incorporado no es una nación soberana ni un estado estadounidense.

La propuesta de Soto además quiere volver a realizar un plebiscito en el cual, de llegar a esa instancia, se le preguntaría al electorado si está de acuerdo con los términos prescritos.

Para Juan Cartagena, presidente y consejero general de LatinoJustice PRLDEF, la sección en la cual se describe cómo se crearían los representantes a la cámara por la isla en la propuesta de Soto “es confusa”, dice por teléfono. El proyecto dice que adjudicaría el mismo número de representantes que un estado con una población similar, según el más reciente censo, “pero menor, al de Puerto Rico”, dice el proyecto de ley. En este momento Puerto Rico tiene solo un representante, entonces ¿qué podría ser menor?

Carlos Vargas-Ramos, director de política pública y relaciones externas del Centro de Estudios Puertorriqueños, cree que estos dos proyectos de ley “se están encontrando para atender la situación de Puerto Rico”, dice por teléfono. “Ha surgido en las comisiones del congreso [de los Estados Unidos] el mismo tipo de forcejeo político que se ve en la isla”.

“Esta es la nueva faceta de este forcejeo político y eso es lo que vemos que está sucediendo”, dice.

Para Cartagena, Vargas-Ramos y Venator-Santiago aún no se sabe con claridad qué prefieren la mayoría de puertorriqueños y aclaran que no se conoce lo que prefiere la gran mayoría del electorado, no de quienes votan. En el plebiscito de 2020, el voto estuvo cerrado y dividido: 52 por ciento votó por el sí y 47 por ciento por el no.

Sobre esta falta de una mayoría consolidada es que se apoya el proyecto de ley de Velásquez pues propone la creación de una Asamblea Constitucional constituida “por un número de delegados a determinar de acuerdo con la legislación aprobada por el Gobierno de Puerto Rico, con el propósito de proponer al pueblo de Puerto Rico opciones de autodeterminación”, dice el proyecto sin especificar cuántos delegados harían parte.

Cartagena, Vargas-Ramos y Venator-Santiago concuerdan en señalar que esta propuesta sería la más democrática. El propósito de la asamblea es debatir y redactar definiciones sobre las opciones de autodeterminación, redactar al menos un plan de transición para cada opción, y seleccionar y presentar las opciones de autodeterminación que serán incluidas en un referéndum con voto por orden de preferencia. Esta asamblea desarrollaría una solución a largo plazo para el estatus de Puerto Rico ya sea la estadidad, la independencia, la libre asociación u otra opción que no sea el actual acuerdo territorial.

“Nuestro proyecto de ley es agnóstico en cuanto al estatus”, dice Ocasio-Cortez en Twitter. “Si después de pasar por el proceso, la opción triunfante es la estadidad, no nos opondremos”.

Sin embargo queda sin resolver la pregunta sobre qué pasaría si no se logra convocar a una mayoría representativa en el caso de que esta propuesta avanzara.

Todas las fuentes entrevistadas concuerdan en señalar que en la isla se vive un momento de profunda decepción con los partidos políticos tradicionales desde hace varios años y los escándalos de corrupción, el paso del huracán María, los repetidos temblores han dificultado mucho más la situación.

Si bien estos dos proyectos de ley proponen dos caminos que dividen al partido demócrata, el llamado por atender y resolver el trato diferenciado que existe entre Puerto Rico y otros estados, así como su estatus colonial, es un denominador común que alienta a los demócratas.

Cuando alguna de las propuestas logre el respaldo mayoritario del partido demócrata, el trayecto para llegar a la cima de la montaña quizás se vuelva más empinado ya que los republicanos tienen muy poco interés en otorgar representatividad política en las dos cámaras si la balanza de poderes no los favorece.