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Adi Talwar

Un ejemplo del problema del subregistro es que no se sabe con exactitud cuántas familias puertorriqueñas viven actualmente en los albergues de la ciudad de Nueva York, y mucho menos, cuáles son sus condiciones.

This story is part of City Limits en Español, a new initiative you can read about here. An English translation can be read here.

Esta historia es parte de City Limits en Español, una nueva iniciativa sobre la que puede leer aquí.

 

Rainbow Garden of Life and Health es como una isla, un punto verde en medio de oleadas de edificios en Melrose, el Bronx. Una isla verde que le recuerda a Rafael Ocasio Barreto, activista y líder comunitario, el verde que veía en su natal Puerto Rico. De allí se vino hace dos años luego de que el huracán María ahogara la isla. “Salí sin poder ver más el verde. Todo estaba inundado. Y aquí todo era blanco y frío”.

Dos años después del huracán María, ni la alcaldía de Nueva York ni la Agencia Federal de Manejo de Emergencias, FEMA por sus siglas en inglés, saben cuántos puertorriqueños hay en la ciudad. City Limits contactó a FEMA y esta respondió que para conocer el impacto en Nueva York “sería mejor” contactar “a la ciudad”. Sin embargo ni la oficina del alcalde, ni varias de las agencias de la alcaldía pudieron responder la sencilla pregunta ¿cuántos puertorriqueños víctimas del huracán María viven actualmente en la ciudad de Nueva York?

Ocasio Barreto llegó en noviembre de 2017 a Nueva York y desde entonces ha guiado a más de 160 familias puertorriqueñas para que encuentren ayudas ofrecidas por el gobierno y organizaciones no gubernamentales. Sin embargo, conocer la cifra de personas o familias atendidas por las instancias gubernamentales es una tarea que no ha sido posible.

La alcaldía de Nueva York abrió de octubre 19 de 2017 a febrero 12 de 2018 un centro de servicios en el Centro Cultural Latino Julia de Burgos en el cual, según correo electrónico de la alcaldía, se conectaron “a más de 2.500 hogares” con servicios como seguro de salud, asistencia alimentaria, salud mental y emocional. El problema con esta iniciativa de la alcaldía es que pasados los casi cuatro meses “la operación pasó a servicios basados en agencias” y el seguimiento a esta diáspora como conjunto se perdió.

Por ejemplo, el Departamento de Educación, DOE por sus siglas en inglés, no reporta “un aumento significativo” en el número de estudiantes matriculados, pero la posibilidad de tener un número estimado de estudiantes puertorriqueños se ha perdido porque el DOE no rastrea “el motivo de la inscripción” de los estudiantes.

Rafael Ocasio Barreto

Daniel Parra

Rafael Ocasio Barreto, activista y líder comunitario: ‘Salí sin poder ver más el verde. Todo estaba inundado. Y aquí todo era blanco y frío’.

Por su parte, FEMA tampoco cuenta con un registro de puertorriqueños viviendo en la ciudad de Nueva York creando así un subregistro en donde ni la alcaldía ni el gobierno federal tienen datos específicos o estimados de esta población.

Las cifras que se conocen son las de Nueva York como estado. Según un estudio del Centro de Estudios Puertorriqueños de City University of New York, se matricularon 2.218 estudiantespuertorriqueños (K-12) en el estado, representando un aumento total del 1% desde 2015. En términos generales la proporción de estudiantes inscritos en los distritos escolares de la ciudad de Nueva York no cambió, permaneció igual con 411 estudiantes puertorriqueños.

Otro ejemplo del problema del subregistro es que no se sabe con exactitud cuántas familias puertorriqueñas viven actualmente en los albergues de la ciudad de Nueva York, y mucho menos, cuáles son sus condiciones. Según Peter Gudaitis, director ejecutivo de los Servicios Interreligiosos de Desastres de Nueva York, NYDIS por sus siglas en inglés, hay alrededor de 200 familias puertorriqueñas viviendo en albergues. Uno de los problemas para estas familias es que algunos albergues no tienen un lugar para cocinar y esto les incrementa el costo de vida. Además, los niños han tenido que cambiar varias veces de escuela porque sus familias son reubicadas de un albergue a otro.

Para quienes lograron salir de los albergues la situación tampoco ha sido fácil porque algunos de los arrendadores de apartamentos en la ciudad de Nueva York no aceptan vouchers de asistencia —una práctica ilegal en la ciudad—, y otras veces, quienes los aceptan deciden subir la renta sin notificación alguna —algo también ilegal—.

“Una de las razones por las cuales las familias puertorriqueñas con hijos en edad escolar se establecieron en Nueva York después del huracán fue el acceso a educación” dice Ocasio Barreto. Unas 265 escuelas públicas en Puerto Rico—24% del total— cerraron luego del huracán. La falta de escuelas y profesores se convirtió en uno de los factores decisivos para que las familias permanecieran en los Estados Unidos continentales. En Nueva York, la población se reubicó en su mayoría en el Bronx, 40%, seguido de Manhattan, 30%, de acuerdo con cifras de NYDIS.

Para Víctor Martínez, cofundador de Diáspora por Puerto Rico, la reubicación de las personas tomó múltiples rutas, “unos fueron a albergues, otros a apartamentos, otros nunca pidieron ayuda, otros se cambiaron de estado —porque Nueva York es costosa—, y otros simplemente se regresaron a la isla”.

Tras María, un estimado de 176.000 personas dejaron la isla para reubicarse en los Estados Unidos continentales, según estadísticas del Centro de Estudios Puertorriqueños de City University of New York. En 2019, se calcula que entre 60.000 y 78.751 personas salieron de Puerto Rico y de estas, unas 3.600 personas llegaron al estado de New York.

Por su parte, la oficina del censo en Estados Unidos dice que la población en Puerto Rico disminuyó en 129.848 personas —esta cifra incluye a personas que no fueron afectadas por el huracán pues el censo contabilizó desde julio 1 de 2017 a julio 1 de 2018, y el huracán golpeó el 20 de septiembre—.

Otro de los problemas que agudizó el huracán es la baja población de retorno a la isla. De 2017 a 2018 “un estimado de 25.000 personas regresaron a Puerto Rico”, explica Carlos Vargas, investigador del Centro de Estudios Puertorriqueños de City University of New York. “Esa es la migración de retorno y su número ha venido disminuyendo notablemente desde la crisis financiera del 2006 en Puerto Rico” —que cuenta con una tasa de pobreza del 44%—.

Para Gretchen Sierra-Zorita, estratega de comunicaciones para la Agenda Nacional Puertorriqueña, “el huracán ha empeorado el círculo vicioso de: mayor pobreza, menos empleos, más personas queriendo salir”. De los $42.30 mil millones de fondos asignados a Puerto Rico por el gobierno federal en asistencia para desastres, unos $20.37 mil millones han sido comprometidos y de estos solo $12.62 mil millones han sido desembolsados. Sumado a esto, la administración Trump ha impuesto restricciones a aproximadamente $8.3 mil millones a los fondos de mitigación de desastres para vivienda y desarrollo urbano, y el Departamento de Seguridad Nacional dijo que transferirá $271 millones del fondo de FEMA para la Agencia de Inmigración y Aduanas que serán destinados, entre otras cosas, para comprar nuevas camas en los centros de detención. Además FEMA ha admitido que el 62% de las solicitudes de puertorriqueños para reparar sus hogares fueron rechazadas o están “en proceso”. De este modo, “Puerto Rico pasó al olvido porque se le ha quitado dinero a las víctimas”, dice Jaime Estades, director ejecutivo de Latino Leadership Institute.

Toda esta situación ha sido caracterizada como un genocidio lento. Si tienen algo en común los puntos de vista de académicos, líderes sociales, periodistas y organizaciones sin ánimo de lucro dentro y fuera de la isla, es que la respuesta del gobierno federal fue un desastre en sí mismo. “Para muchas personas el huracán no ha terminado de pasar. La pesadilla continúa” dice Natasha Lycia Ora Bannan, abogada de Latino Justice.

“En Puerto Rico”, dice Ocasio Barreto viendo los girasoles cabizbajos en Rainbow Garden, “la gente cree que los que estamos en Estados Unidos la estamos pasando de maravilla y no es así. Aquí también se brega”. Hay familias puertorriqueñas viviendo en Nueva York que no pueden regresar a la isla porque no tienen donde vivir, o son madres solteras sin familia, o padecen enfermedades que no pueden tratar en la isla o simplemente no tienen cómo pagar el viaje y se sienten atrapados en una situación sin aparente salida, siempre en la incertidumbre del tránsito. “Tanto aquí en Nueva York como allá en Puerto Rico se sobrevive,” concluye Ocasio Barreto.

Si viniste a la ciudad de Nueva York debido al huracán María, nos gustaría conocer tu historia y tus experiencias. Por favor envíanos un correo electrónico a daniel@citylimits.org