“Cuando les dije que me asignaron la habitación 503, el personal me dijo ‘eso es una oficina’”, dijo Carlos, quien pidió que no se usara su nombre completo por temor a represalias. “Entré y vi que no había ventana. ¿Cómo van a tener a los niños encerrados en estas condiciones en el verano?”.

Adi Talwar

La familia de Marcia estaba entre las trasladadas del hotel en Long Island City el jueves por la noche. La nueva habitación era tan pequeña que los cuatro catres juntos casi no dejaban espacio para caminar, dijo ella.

Este artículo apareció originalmente en inglés el 17 de julio. Translated by Daniel Parra.
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Unas 36 familias estaban en la lista para ser trasladadas de un refugio de emergencia en Long Island City el viernes. Tres autobuses escolares amarillos habían llegado temprano en la mañana y estaban esperando frente al hotel Queens County Inn and Suites para llevar a las familias a sus nuevos refugios.

Pero la mayoría de familias no quería irse y le dijeron a City Limits que los sitios a los que los trasladaban eran demasiado pequeños para acomodar a sus familias, que no había ventanas, o que necesitaban más tiempo para mudarse.


Entre ellos estaba la señora Sánchez, quien pidió que no se usara su nombre completo por temor a poner en peligro su caso de inmigración. Estaba esperando que su hija regresara al hotel el viernes por la tarde del campamento de verano. La familia había sido notificada del traslado apenas un día antes, lo que les dejó poco tiempo para prepararse. “¿Cómo quieres que me vaya si mi hija llega hoy y tengo que recogerla?” dijo Sánchez.

“Ellos [el personal del refugio] saben mi situación”, agregó, “pero me dicen tengo que irme y volver rápido a recogerla, pero no me voy”.

Estas transferencias no son inusuales para las personas que se alojan en el extenso sistema de refugios de Nueva York, pero se han vuelto más complejas a medida que la ciudad lucha por albergar una población sin hogar récord: 103.400 personas actualmente bajo su cuidado, incluidos neoyorquinos sin hogar y decenas de miles de nuevos inmigrantes.

La administración del alcalde Erci Adams ha abierto 186 refugios permanentes y temporales para satisfacer esa demanda, incluida la reserva de habitaciones de hotel en los cinco condados, además de alojamientos menos formales, como catres instalados en iglesias y en grandes instalaciones bajo una carpa. Algunos albergues conocidos como “Respite Centers” (centros de acogida temporal) están destinados a ofrecer estadías temporales para adultos, pero algunos carecen de acceso a duchas.

Si bien la ciudad ha estado trasladando a inmigrantes de refugio a refugio durante meses, llegando incluso a enfrentar oposición al reubicar a hombres adultos de un centro humanitario de emergencias humanitarias y socorro (HERRC por sus siglas en inglés), los traslados familiares no son tan comunes.

“La ciudad está luchando para cumplir con sus obligaciones legales de albergar a las familias con niños en sitios donde puedan tener su propio espacio vital, como lo exige la ley”, dijo Joshua Goldfein, abogado del proyecto de derechos de las personas sin hogar de Legal Aid Society, una de las organizaciones a cargo de la supervisión de los albergues en la ciudad. En mayo, el alcalde Adams emitió una orden ejecutiva para suspender algunas de las antiguas reglas de “derecho al refugio” en la ciudad, que incluye espacios con acceso a una cocina para las familias con niños, citando la presión sobre las camas disponibles.

Goldfein enfatizó la importancia de liberar espacio en los refugios de la ciudad trasladando a más neoyorquinos sin hogar a viviendas permanentes, incluso a través de expansiones de subsidios de alquiler como las que busca el Concejo Municipal, que apenas la semana pasada votó a favor de anular el veto del alcalde con un paquete de legislación para hacer que más personas sean elegibles para vales de vivienda en la ciudad.

“El estado de Nueva York también ha abandonado por completo sus obligaciones de ayudar a la ciudad a reubicar a estas familias y necesita dar un paso al frente aquí”, agregó Goldfein.

On Friday, two school buses arrived to relocate migrant families staying at an emergency shelter hotel in Queens. Most families resisted the move.

Adi Talwar

El viernes, llegaron autobuses escolares para reubicar a familias migrantes que se hospedaban en un hotel de refugio de emergencia en Queens. La mayoría de las familias se resistieron a la mudanza.

El personal del refugio no hizo comentarios cuando se le preguntó sobre el traslado de familias y dirigió todas las preguntas a la ciudad. Un portavoz del Departamento de Servicios Sociales (DSS por sus siglas en inglés) no respondió directamente sobre el motivo de las transferencias, aunque un formulario entregado a las familias con las que habló City Limits citaba “salud y seguridad” como justificación de las mudanzas.

“Seguimos poniendo en marcha nuevas capacidades, al tiempo que trabajamos para garantizar que los solicitantes de asilo sean ubicados en centros equipados para proporcionarles ayudas que respondan a sus necesidades específicas”, dijo un portavoz del DSS por correo electrónico.

Pero las familias que hablaron con City Limits en el hotel Long Island City informaron lo contrario. Algunas familias que fueron trasladadas a otros refugios el jueves, regresaron al hotel en Crescent Avenue el viernes por la mañana después de descubrir que sus nuevos alojamientos no estaban listos. Una persona, por ejemplo, compartió una foto de una habitación en otro hotel en Queens que tenía la cabecera de la cama pegada a la pared pero no tenía cama.

Marcia, quien pidió ser identificada sólo por su nombre, dijo que su familia estaba entre los trasladados a otro hotel el jueves por la noche, y su nueva habitación era tan pequeña que con los cuatro catres juntos casi no quedaba espacio para caminar. “Mi hijo pasó una mala noche, se hizo moretones en las rodillas porque se chocaba con todo”, explicó ella afuera del hotel en Crescent Avenue, a donde regresó el viernes a pedir que la reintegraran.

Ella y su esposo habían pedido quedarse allí, dijo ella, porque a su hijo menor le habían diagnosticado un Trastorno del Espectro Autista y ya estaba en terapia cerca al hotel. “Lo que estábamos pidiendo era tiempo para terminar el proceso que ya habíamos empezado”, dijo Marcia.

Las transferencias continuaron hasta el lunes por la mañana. Entre las familias reubicadas había niños de todas las edades, desde recién nacidos hasta adolescentes. Si bien todas las familias con las que habló City Limits expresaron su profunda gratitud por el refugio brindado, la renuencia de los padres a abandonar el hotel se centraba en los hijos.

Yampor, quien pidió que no se usara su nombre completo, y su esposa, que había dado a luz dos semanas antes, dijeron que las condiciones no eran óptimas en las nuevas ubicaciones. “Nosotros no pedimos para nosotros, porque nosotros dormimos en cualquier parte, pero los niños no”, dijo el venezolano de 23 años.

Possessions of migrant families who agreed to be relocated to other emergency shelter hotels being loaded into a van outside an emergency shelter hotel in Queens.

Adi Talwar

 Las posesiones de familias migrantes que accedieron a ser reubicadas fueron cargadas en una camioneta frente al refugio de emergencia en Queens.

Otro residente llamado Carlos, cuya familia fue trasladada a un refugio en Greenpoint Avenue, cerca del cementerio de Calgary, le dijo a City Limits que les habían dado una habitación sin ventanas.

“Cuando les dije que me asignaron la habitación 503, el personal me dijo, eso es una oficina”, dijo Carlos, quien pidió que no se usara su nombre completo por temor a represalias. “Entré y vi que no había ventana. ¿Cómo van a tener a los niños encerrados en estas condiciones en el verano?”.

El viernes, las familias a las que se les había dicho que tendrían que mudarse se reunieron afuera del hotel de Long Island City para compartir información mientras sus hijos jugaban en la acera. A las 12:30 p.m., justo cuando el sol caía con más fuerza, un camión de helados se estacionó al frente y repartió helados gratis.

A la hora del almuerzo, algunas familias pidieron pizza y comieron frente al hotel. Horas después partieron los buses escolares. La hija de la señora Sánchez llegó. Algunas familias bajaron al lobby del hotel con dos bolsas negras con sus pertenencias. Seis familias abandonaron voluntariamente el hotel el viernes por la tarde, mientras que otras aún estaban afuera y no querían irse.

Suset, quien se había hospedado en el hotel durante 11 meses desde que llegó de la frontera sur, dijo que llamó al 311 para presentar una denuncia sobre los traslados.

“¿Cómo nos van a sacar de la noche a la mañana, como si fuéramos un traste?” dijo ella.