En los dos últimos años, más de 189.200 inmigrantes han llegado a la ciudad de Nueva York y unos 64.400 están actualmente al amparo de la ciudad; de ellos, aproximadamente el 17 por ciento proceden de países africanos, según la alcaldía.
Este artículo se publicó originalmente en inglés el 17 de abril. Traducido por Daniel Parra. Read the English version here.
El martes la concejal de Nueva York Alexa Avilés abrió la audiencia sobre las experiencias de los inmigrantes negros pidiendo más financiación y servicios de acceso en otros idiomas para los recién llegados de países africanos, cientos de ellos estaban reunidos en la alcaldía para asistir a la manifestación previa a la audiencia y entrar a esta.
Avilés, presidenta del Comité de Inmigración del Concejo Municipal, dijo que, si bien la ciudad ha estado ofreciendo servicios sociales y de salud a los inmigrantes en español e inglés, no ha logrado satisfacer las necesidades de los inmigrantes que hablan otros idiomas.
“Quienes necesitan información traducida en idiomas predominantemente hablados en los países de África Occidental, como wolof, árabe, bambara, fulani y francés, entre otros, han manifestado dificultades para comunicarse con el personal de los albergues para inmigrantes y obtener información de los organismos municipales”, afirmó ella.
Aunque la gran mayoría de los solicitantes de asilo e inmigrantes que han entrado en el sistema de refugios procedían inicialmente de América Latina, cada vez hay más inmigrantes adultos y familias procedentes del continente africano.
En los dos últimos años, más de 189.200 inmigrantes han llegado a Nueva York y unos 64.400 están actualmente en el sistema de atención de la ciudad; de ellos, aproximadamente el 17 por ciento proceden de países africanos, dijo la alcaldía.
Durante la audiencia conjunta entre el Comité de Inmigración y el de Hospitales —a la que no asistieron funcionarios de Health + Hospitals ni de New York City Emergency Management, dos organismos clave que se ocupan de la respuesta de la ciudad a inmigrantes—, los defensores se quejaron de las barreras idiomáticas y de la falta de acceso a intérpretes en los albergues.
Los defensores también denunciaron la dificultad de certificar a los nuevos inmigrantes en programas de formación en seguridad industrial de la Administración de Seguridad y Salud Ocupacional (OSHA por sus siglas en inglés) en idiomas como árabe, francés, pulaar y wolof.
Avilés preguntó al comisionado de la Oficina de la Alcaldía para Asuntos del Inmigrante (MOIA por sus siglas en inglés) por esta falta de oportunidades para las personas que no hablan inglés ni español.
“Como sabe, OSHA es un programa federal”, respondió Manuel Castro, comisionado de MOIA, reconociendo que es difícil encontrar capacitadores que hablen otros idiomas. “Esta es también una cuestión que en parte pertenece al gobierno federal. Tienen que mejorar la formación en estos idiomas”.
Según Adama Bah, fundadora de Afrikana, un centro comunitario que atiende a solicitantes de asilo, la ciudad no tiene traductores para algunos de los idiomas que necesita, y la línea telefónica para acceder a un intérprete por teléfono no funciona después del horario laboral, por lo que ha estado traduciendo ella misma.
“Ahora mismo hay mucha gente en esta sala a la que tengo que llamar después del horario laboral para que traduzca para los inmigrantes, y llaman constantemente y dicen a los funcionarios que hablen con Adama”.
Y los documentos escritos no sirven para quienes no saben leer, explicaron los defensores.
“Hay una cantidad significativa de personas que son analfabetas”, explicó Bah. “Hemos estado enviando mensajes de voz a los migrantes explicándoles cuáles son sus derechos y para que entiendan lo que está pasando. Así que no es sólo escrito, necesitamos lenguaje hablado”.
Una profesora de historia oral del LaGuardia Community College que ha trabajado como voluntaria con los recién llegados de África leyó el testimonio de dos de ellos.
“La vida en el refugio no es vida”, leyó ella, narrando la experiencia de un joven senegalés. “No aconsejaría a nadie vivir en esas condiciones. Si sales a buscar trabajo y te quedas sin comer, tienes que ir a buscar comida. Pero si no encuentras trabajo, ¿cómo vas a comprar comida?”.
El otro testimonio compartido procedía de un migrante de Mauritania que había tenido dificultades para obtener información de los trabajadores de los refugios. “En los albergues te encuentras con personal que prefiere limpiarse las uñas antes que responder a una pregunta”, narró ella. “A veces haces una pregunta y extrañamente recibes muchas respuestas diferentes”.
Durante la audiencia, la presidenta del Concejo, Adrienne Adams, preguntó a los funcionarios de la administración presentes qué conclusiones sacaban del numeroso público y de sus testimonios.
“Que tenemos que hacerlo mejor, y estamos de acuerdo en que tenemos que hacerlo cada día mejor”, reconoció Molly Schaeffer, directora interina de la Oficina de Operaciones de Solicitantes de Asilo (OASO por sus siglas en inglés). “Específicamente con el acceso a otros idiomas. Creo que eso fue lo más importante que escuchamos”.
Schaeffer explicó que alrededor del 81 por ciento de los inmigrantes procedentes de países africanos son adultos solteros o forman parte de familias adultas, por lo que es más probable que tengan estancias más cortas que las familias con niños procedentes de América Latina. Según la política de plazos del alcalde Eric Adams para los inmigrantes recién llegados, las familias con niños están sujetas a límites de acogida de 60 días, mientras que los adultos sin niños sólo disponen de 30 días.
Los solicitantes de asilo procedentes de países africanos han representado el 16 por ciento de las solicitudes presentadas en el Centro de navegación de recursos para solicitantes de asilo, añadió Schaeffer.
Explicó que el principal idioma preferido de los inmigrantes atendidos por la ciudad —aunque no refleja necesariamente el de la mayoría de quienes acaban de llegar— es el español, con un 76 por ciento, seguido del francés (9 por ciento), inglés (3 por ciento), ruso (2 por ciento), árabe (2 por ciento), fulani y el chino (1 por ciento cada uno).
El tiempo de espera para un nuevo refugio es de 24 horas, dijo Schaeffer, aunque no dio detalles sobre la duración actual de la lista de espera, y la alcaldía no respondió a las preguntas al respecto antes de la publicación.
El joven senegalés cuyo testimonio compartió la profesora del LaGuardia Community College también se refirió al impacto de la política de plazos de acogida de la ciudad, que varios legisladores han presionado para que se elimine.
“Te echan a la calle en mitad de la noche y con frío”, dijo, según la declaración compartida. “Simplemente no nos respetan”.
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