Young Lords march 1970

Michael Abramson (C). Reprinted by permission of Haymarket Books

Los Young Lords marchan en el desfile del Día de Puerto Rico de junio de 1970. (Esta fotografía apareció originalmente en el libro ‘Palante: Young Lords Party’ by Young Lords Party con fotografías de Michael Abramson, y una introducción de Iris Morales, segunda edición, publicada por Haymarket Books).

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Los jóvenes iban de jeans, camisetas, algunos con chaquetas militares. Otros con coloridos dashikis —aquella simbólica prenda utilizada en África occidental—, botas de combate, grandes afros, con carteles “servir al pueblo” y gritando “¡el pueblo unido, jamás será vencido!”, bajando por la avenida Lexington en Nueva York, y en la cabeza esas boinas púrpura, negras y marrón. 

Muchos de estos eran Young Lords marchando en 1971. Otros eran del partido Pantera Negra o pertenecían a organizaciones aliadas como la Unión Estudiantil Puertorriqueña y como muchos ahora estaban inconformes, tenían rabia, querían cambios. No existía el movimiento Black Lives Matter, pero protestaban porque la vida de las personas afroamericanas fuera respetada. Luchaban contra la brutalidad policial, el racismo, el imperialismo Yanki y gritaban “¡despierta boricua, defiende lo tuyo!”.

“Es básicamente todo esto que ves ahora, pero en una versión más grande, más inflada, como si tuviera esteroides. Estaba el movimiento de los derechos civiles, la guerra en Vietnam, los puertorriqueños acababan de ser reconocidos como parte del país y nos miraban como si fuéramos extraterrestres. Nada era bilingüe”, dice Carlito Rovira, quien se unió a los Young Lords a los 14 años.

Los Young Lords nacieron como una pandilla que defendía los barrios que llegaron a ocupar los puertorriqueños en Chicago en 1959. Con los años y siguiendo la evolución de otros grupos como el Comité Coordinador de Estudiantes No Violentos (SNCC, por sus siglas en inglés) o los chicanos desarrollando la concepción del orgullo marrón (Brown Pride), José “Cha-Cha” Jiménez adopta el nombre para usarlo en una organización política para luchar, como ahora, en contra de la brutalidad y la violencia policial, contra el racismo y la opresión en “AmeriKKKa.” Así que, ¿qué pueden enseñar algunos de sus miembros a los activistas actuales? Además, ¿qué paralelismos existen entre las protestas de los años sesenta y las actuales?

Los orígenes

Lo que comenzó como una pandilla en el área de Oldtown, al norte de Chicago en 1960 se convirtió luego en un partido nacionalista puertorriqueño que se expandió a la ciudad de Nueva York con oficinas en el Bronx, East Harlem y el Lower East Side.

Lo que permitió la transformación de pandilla a movimiento político, como lo ha contado la fundadora Cha-Cha Jiménez, fue el empezar a preguntarle a la comunidad que protegían, ¿qué les hacía falta? “Así que se reunieron para averiguar cuál era el verdadero problema, cómo podían ayudar mejor a su gente”. Esta fue la razón principal por la que los Young Lords dieron el salto al activismo político conservando el nombre de los Young Lords porque ya era reconocido por la comunidad.

Los Young Lords de Nueva York, con una historia diferente aunque relacionada a los Young Lords originales de Chicago, surgieron en diciembre de 1969 cuando inspirados por el partido Pantera Negra quisieron abordar directamente los temas de la inseguridad alimentaria, la pobreza y la falta de acceso a la educación y la atención sanitaria. 

“Fred Hampton [quien se convirtió en líder del partido Pantera Negra en Illinois] formó la “Rainbow Coalition” que incluía a los Students for a Democratic Society, los Blackstone Rangers, y los Young Lords. Así que el partido Pantera Negra sirvió como modelo a seguir. Tuvimos experiencias urbanas similares”, dice Martha Arguello, ex miembro quien ahora es catedrática de Claremont Colleges.

El primer proyecto político de los Young Lords en Nueva York empezó cuando fueron a la primera iglesia metodista española en East Harlem, en la esquina de la calle 111 y la avenida Lexington.

“Ni siquiera pudimos entrar por la puerta principal. Escribimos cartas, empezamos a asistir a los servicios y hablamos con la congregación, pero la junta de la iglesia votó no”, narra el libro The Young Lords editado por Darrel Enck-Wanzer.

El 28 de diciembre, los Young Lords se tomaron la iglesia y la rebautizaron “iglesia del pueblo” (People’s Church). Durante los siguientes once días entregaron ropa gratis, crearon un programa de desayuno, otro de de salud gratis e impartieron clases de educación política. La prensa cubrió estos acontecimientos. Luego los Young Lords escribieron un conjunto de principios básicos, sus pilares ideológicos basados en 13 puntos.

La organización era colorida y diversa. “Había algunos veteranos de Vietnam, ex-miembros de pandillas, lesbianas, alcohólicos en recuperación, ex-convictos, dominicanos [como Arguello], filipinos, cubanos, otros LatinX, y el 20 por ciento de la organización, en ese momento, era afroamericana”, dice Iris Morales, quien estuvo en la organización de 1969 a 1975.

Los Young Lords tuvieron un gran impacto y lograron reformas importantes en la atención a salud al entrenarse en cómo realizar pruebas de tuberculosis y hacerlas en su comunidad. Junto con el partido Pantera Negra, los Young Lords usaron el envenenamiento por plomo como símbolo de opresión racial y de clase, hasta que en 1971, el congreso aprobó la ley de prevención de envenenamiento por pintura con plomo.

Young Lords

Adi Talwar

Carlito Rovira, miembro de los Young Lords, frente a la Primera Iglesia Metodista Unida Española, también conocida como Iglesia Popular ubicada en la intersección de Lexington Ave y East 111th St en East Harlem. En diciembre de 1969, los Young Lords se hicieron cargo de la iglesia durante 11 días, utilizando el espacio para proporcionar pruebas de salud, guardería, clases de español, un programa de desayuno para niños y, por las noches, grupos de discusión y actuaciones para adultos.

“Nunca hablamos de cuántos fuimos. La organización despegó cuando abrió Nueva York. En un año se expandió por la costa este (Hartford, Filadelfia) y se abrieron sedes donde había puertorriqueños. Hubo 14 sedes en los Estados Unidos”, dice Arguello.

Para 1974 los Young Lords habían perdido orden, cohesión y  todos los Young Lords originales habían renunciado al grupo. Sumado a esto, el programa de contrainteligencia del FBI conocido como COINTELPRO, creado para desmantelar movimientos de los sesenta, se encargó de vigilar a varios de los líderes.

El pasado y el presente

Para académicos como Ed Morales, profesor del centro para el estudio de la etnia y la raza de la universidad de Columbia, los Young Lords pueden enseñar a las comunidades latinas que viven en Nueva York que es necesario que se “reconozca que nuestra comunidad está sujeta a varios niveles de discriminación basados en la raza, el género, la preferencia sexual y la clase social, y que todos deben ser tratados conjuntamente. Los Young Lords también muestran que es necesaria una fuerte crítica al sistema económico y una acción política directa más allá de la representación política a través de funcionarios electos”.

Para Rovira esa rodilla que mató a George Floyd representa la esclavitud, la opresión que asfixia y según él se necesita ser tan buenos aliados como lo han sido los afroamericanos a lo largo de la historia. “Necesitamos estándares como los que los afroamericanos mostraron con otras opresiones.” Por ejemplo, “en el suroeste [de los Estados Unidos], los afroamericanos lucharon contra los blancos. En la guerra contra México, los afroamericanos lucharon con los mexicanos.”

Más aún, “la lucha contra la opresión de los afroamericanos ha dado lugar a un estándar de lucha, un esfuerzo conjunto para ser liberados. Los afroamericanos son los arquitectos de ese principio. Sin el partido Pantera Negra, no se podría hablar de los Young Lords. Incluso, ese 20 por ciento de afroamericanos [que eran parte de los Young Lords] entendieron que estaban luchando con los puertorriqueños, y sabían que esto los beneficiaría”.

Comparando el pasado que vivieron los Young Lords con la situación actual, Iris Morales ve tanto avances como retrocesos. Por ejemplo, ahora “hay más latinos en la política, hay más periodistas latinos”, pero por otro lado “en varias áreas estamos peor: el nivel de encarcelamiento, la falta de protección a los sindicatos, la supremacía blanca. Ahora está más complicada la injusticia climática, la vigilancia y tenemos una pandemia”.

Para estos activistas el pasado y sus historias no son como un hilo que se corta, más bien, es un espejo, una oportunidad para verse en el presente.

“El día antes que empezara la pandemia tampoco fue un gran día, así que ¿a qué ‘normalidad’ queremos regresar?” se pregunta Iris Morales. “Estamos en un tiempo que ofrece grandes sufrimientos pero también grandes oportunidades para el cambio. Como lo dijo Audre Lorde, ‘no hay tal cosa como una lucha de un solo tema, porque no llevamos vidas de un solo tema’”.

Para Iris Morales, la clave de las protestas que se ven en la actualidad está en algo que los Young Lords insistían, “se debe valorar lo que la gente dice sobre sus propios problemas. La justicia debe ser reforzada todos los días”.

Además, “se puede emular las lecciones positivas: la unidad con otros grupos oprimidos”, sugiere Rovira. Los Young Lords crearon alianzas con mujeres, organizaciones LGBTQ, luchas locales, estatales, nacionales e internacionales. “Los puertorriqueños luchamos por todo. Nunca hemos sido libres”, recuerda Iris Morales.

De acuerdo con Ed Morales, los Young Lords “rompieron el molde de la aceptación pasiva de la injusticia social por parte de los grupos puertorriqueños y otros grupos latinos y dieron un ejemplo de activismo que continuaría durante décadas”.

Además, como feminista latina, Iris Morales resalta que la brutalidad policial afecta también a las mujeres, así como la discriminación o el desempleo actual. “Como feministas no sentimos que nuestra lucha, sea solo para nosotras, está la interseccionalidad: género, clase, raza, y más”.

Así como el espejo sirve para ver el presente, también sirve para mirarse a uno mismo. Para Rovira, quien continúa su trabajo como activista político, se debe aprovechar esta coyuntura para “mirarnos a nosotros mismos también. Tenemos la mentalidad colonizada metida en el inconsciente. A los oprimidos nos entrenan para justificar la opresión y a los opresores. Miramos del hombro para abajo a nuestra propia gente”.

Rovira recuerda que la salsa en Nueva York fue demonizada porque usaba tambores y los tambores venían de África y nadie quería ser negro. “La gente me decía nosotros somos trigueños y yo les preguntaba ¿muéstrame en el mapa de dónde son los trigueños?”. Por esto Rovira insiste en que este también es un buen momento para examinar el racismo entre los latinos.

“Cada generación deja su marca en la historia”, dice iris Morales. “Sería vergonzoso ver que estuvimos ahí y estuvimos callados, que permitimos mayores explotaciones de la gente y se crearon otras capas de horror”.

La última lección que compartió Rovira es “estudiar el pasado al igual que el presente. Todas las personas oprimidas han sido entrenadas para no pensar de forma crítica, pero para pensar críticamente no se necesita saber leer. El pensamiento crítico es lo opuesto a conformarse”.