Con 99 camas menos que el año pasado, se están agotando las plazas en el conjunto de albergues para adolescentes y jóvenes de la ciudad de Nueva York, que ofrecen asesoramiento, educación, formación laboral y otros servicios.

Michael Appleton/Mayoral Photography Office

Una trabajadora atiende una mesa en el nuevo “Centro de navegación de recursos para solicitantes de asilo” de la ciudad, abierto para ayudar a los inmigrantes que llegan desde la frontera sur.

Este artículo apareció originalmente en inglés. Translated by Daniel Parra.
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Pocos días después de su cumpleaños número 20, David se encontraba sentado en la acera a una cuadra del refugio Covenant House, el mayor refugio de la ciudad de Nueva York para jóvenes sin hogar. Había pasado la noche anterior en un parque de Flushing, el último de los peligros tras un viaje desde Venezuela.


David, quien busca asilo y pidió ser identificado por su segundo nombre, dijo que había visitado Covenant House varios días seguidos para conseguir una cama, pero el refugio estaba lleno. El 19 de septiembre, tenía en sus manos un papel con los nombres de refugios para jóvenes y centros de acogida, junto con la dirección marcada con un círculo del refugio para hombres del Departamento de Servicios para Personas sin Hogar (DHS por sus siglas en inglés) en la calle 30 Este de Manhattan.

En el refugio de la calle 30, el personal del DHS le asignó a David una cama en el cavernoso refugio en Bedford Atlantic Armory de Brooklyn, donde cientos de hombres duermen en grandes habitaciones con múltiples camas. Poco personal hablaba español allí, dijo David, y los servicios son limitados, especialmente para un joven con ganas de aprender inglés y encontrar un trabajo.

Al día siguiente, volvió a Covenant House y esta vez tuvo suerte: había una cama disponible. (Covenant House dijo que no podía comentar la experiencia de un cliente individual).

“Aquí es mucho mejor, claro”, dijo David tres días después de mudarse. Dijo que tomó una clase de música en su primera semana y compartió una foto de sí mismo en un estudio. “En todo es mejor, la atención, el ambiente, hasta la comida”.

Pero las plazas se están agotando en el conjunto de refugios de la ciudad de Nueva York diseñados para los adolescentes y jóvenes adultos sin hogar entre 16 y 24 años, con asesoramiento especializado, educación y formación laboral para este grupo. Muchos jóvenes necesitados, incluidos los inmigrantes recién llegados, recurren en cambio al sistema del Departamento de Servicios para Personas sin Hogar, ya sea porque los albergues para jóvenes no tienen espacio o porque nunca se enteraron de los servicios exclusivos a los que pueden acceder, señalan los proveedores y los jóvenes sin hogar.

El sistema de refugios para jóvenes de 714 camas administrado por el Departamento de Desarrollo Juvenil y Comunitario (DYCD por sus siglas en inglés) ha perdido casi 100 camas desde hace un año, cuando la administración de Blasio cortó los lazos con el proveedor de refugios CORE Services después de que investigaciones sobre los refugios para adultos de la organización revelaran acusaciones de actuación en provecho propio del director ejecutivo de la organización. CORE ha rebatido las acusaciones. DYCD, que contrata a los proveedores que gestionan los refugios para jóvenes, dijo que la organización Rising Ground ha tomado los contratos de CORE, pero aún no ha reabierto los refugios mientras esperan la aprobación del Estado.

La Oficina de Servicios para Niños y Familias del Estado de Nueva York (OCFS por sus siglas en inglés), que certifica los refugios para jóvenes, no proporcionó una fecha de apertura para nuevos sitios, pero dijo a City Limits que está “profundamente comprometida a apoyar a los jóvenes que huyen y no tienen hogar y sus necesidades de refugio”, y agregó que su personal ha visitado las instalaciones que fueron suspendidas. “Rising Ground y DYCD están trabajando ahora con nosotros para resolver varios problemas que se identificaron durante estas visitas para que las instalaciones puedan ser certificadas en un futuro próximo”, dijo la OCFS en un comunicado enviado por correo electrónico.

Jamie Powlovich, director ejecutivo de la Coalition for Homeless Youth, ha instado a la ciudad y al estado para que vuelvan a poner en marcha rápidamente esos refugios para satisfacer la necesidad de los inmigrantes recién llegados y otros jóvenes.

“Las necesidades de los jóvenes inmigrantes que experimentan la falta de hogar en NYC siempre han quedado en gran medida sin atender, y la reciente llegada de jóvenes que son transportados en autobús desde la frontera está convirtiendo rápidamente las grietas del sistema en agujeros enormes”, dijo Powlovich en un correo electrónico. “La ciudad está casi ignorando el impacto y las necesidades del sistema de jóvenes que huyen y no tienen hogar durante este tiempo sin precedentes”.

Cargar un sistema ya de por sí limitado

Un portavoz del DYCD dijo a City Limits que la agencia no ha recibido noticias de los proveedores que se ven presionados por el espacio. El 26 de septiembre, el censo diario de la agencia mostró 18 camas de crisis a corto plazo disponibles para adolescentes y adultos jóvenes sin hogar no acompañados, conocidos como “jóvenes que huyen y no tienen hogar” o RHY por sus siglas en inglés (runaway homeless youth). Las camas de crisis proporcionan estancias de corta duración —hasta 60 días— para los jóvenes RHY, que luego pueden pasar a programas de transición como Transitional Independent Living (TIL por sus siglas en inglés) para estancias más largas.

Sin embargo, el personal de cuatro proveedores de refugios para jóvenes RHY, incluidos dos que tienen contrato con el DYCD, dijeron a City Limits que han tenido problemas para conseguir plazas.

Powlovich dijo que los datos del censo del DYCD podrían no estar mostrando una imagen completa. El 26 de septiembre, por ejemplo, cinco de las camas vacantes en los refugios de crisis estaban reservadas para las personas que se identifican como LGBTQ+, mientras que dos eran para madres con hijos. El resto, dijo, no estaban necesariamente vacantes porque las personas podrían haber sido asignadas a esas camas, pero todavía estaban a la espera de ser admitidas cuando se completó el censo. Hay más camas disponibles en los TIL (los errores en los informes de datos no dejan claro cuántas), pero los clientes pasan primero por un refugio de crisis antes de ser referidos a un TIL.

“En esos autobuses hay jóvenes no acompañados”, dijo Powlovich sobre los autobuses que transportan a los inmigrantes recién llegados de los estados fronterizos a Nueva York. “Lo que sigue sin estar claro es qué hace la ciudad para apoyarlos”.

En Trinity Place, en el Upper West Side, un programa no financiado por el DYCD en el que los residentes pueden permanecer durante un año y medio mientras consiguen una vivienda permanente, nueve de las 10 camas están llenas, dijo la directora Wendy Kaplan. Y la décima cama, dijo, está reservada para un inmigrante recién llegado que se traslada desde otro programa.

“Estamos recibiendo muchas llamadas de otros programas para jóvenes RHY, así como algunos programas santuario, para la asignación de camas”, dijo. “Lamentablemente hemos estado llenos”.

El personal de la organización The Door, que ofrece asistencia legal, asesoramiento y otros servicios para jóvenes, dice que también tienen dificultades para encontrar plazas para los nuevos usuarios. Emely Alcantara, coordinadora de crisis para The Door, dijo que desde abril, unos cuatro inmigrantes recién llegados han visitado la sede de la organización cada semana en busca de servicios. Eso se suma al flujo habitual de personas, entre las que se encuentran adolescentes y adultos jóvenes expulsados de sus hogares en la ciudad de Nueva York junto con otros procedentes de fuera de los cinco distritos.

“La mayor crisis a la que nos enfrentamos ahora es que no hay disponibilidad para los jóvenes que vienen de Texas”, dijo Alcantara. “Es lamentable porque en un mundo perfecto, queremos encontrar acomodo para todos inmediatamente”.

Dice que ella y sus colegas se ponen en contacto con centros de acogida, donde los jóvenes pueden pasar la noche en un colchón en el suelo, para ver si hay espacio disponible para pasar la noche. Pero a veces estos también están llenos.

“Si un joven llega al lugar a las 5:30, los centros de acogida ya han comenzado su proceso de admisión y hay un 90 por ciento de posibilidades de que ya estén llenos”, dijo. “Cuando eso ocurre, nos quedamos con muy poco margen de maniobra para hacer una remisión”.

Kate Barnhart, quien dirige New Alternatives, una organización que ofrece gestión de casos, formación en habilidades para la vida y comidas para jóvenes LGBTQ sin hogar, dijo que ha visto a varios inmigrantes recién llegados de todo el mundo en los últimos meses. Siete llegaron a la ciudad de Nueva York desde Turquía y otro desde el país de Georgia después de volar primero a México. Todos buscan asilo porque fueron perseguidos por ser homosexuales en su país y desconfían de los grupos culturales locales que temen sean tan homófobos como los países de origen de los que huyeron, dijo.

“Ya es difícil encontrar camas para personas de esta edad, pero si se añade todo esto, se ha vuelto realmente difícil”, dijo Barnhart.

Dijo que podría alojarlos en el sótano de su edificio, situado frente a la terminal de autobuses de Port Authority, pero no tiene suficiente dinero para pagar al personal. El coste, calcula, sería de unos $6.000 dólares al mes. New Alternatives no recibe fondos del DYCD, pero remite a los jóvenes a programas de acogida que sí los reciben.

“El alojamiento es un problema”, dijo. “Los hemos metido en albergues juveniles cuando hemos podido, pero los albergues juveniles están completamente llenos. Covenant House es el refugio más grande, pero ha estado publicando cero camas disponibles”.

El sistema de refugios para jóvenes creció hasta incluir 813 camas durante el mandato del alcalde Bill de Blasio, un aumento de aproximadamente 600 desde 2014, antes de caer a 714 después de que la ciudad recortara las camas del grupo CORE. Pero la necesidad superó durante mucho tiempo la oferta. El DYCD contabilizó aproximadamente 7.400 jóvenes menores de 25 años no acompañados o con hijos sin vivienda estable en 2018. La ciudad identificó 7.008 jóvenes sin hogar en 2019 y 6.753 en 2020. Solo una fracción busca plazas en refugios para jóvenes, mientras que la mayoría busca otros alojamientos, incluyendo plazas en el sistema de DHS.

Barnhart, Powlovich y otros proveedores dijeron que temen que los jóvenes sean enviados al campamento de refugiados que la ciudad está construyendo para los inmigrantes recién llegados en un estacionamiento de Orchard Beach, en el Bronx.

Portavoces del DYCD y de la oficina del alcalde Eric Adams dijeron a City Limits que los jóvenes RHY no serán remitidos al campamento. Las personas que visiten el refugio de admisión de la calle 30 tampoco serán remitidas al campamento, dijo un portavoz del alcalde.

Aún no está claro cómo se podrá desplazar a alguien hasta ese lugar. Adams ha dicho que la asistencia es voluntaria, lo que significa que la gente puede seguir buscando refugio en el sistema del DHS. El objetivo, según dijeron los funcionarios de la administración a los periodistas en una llamada telefónica a principios de este mes, es dirigir los autobuses que llegan desde la frontera al campamento, pero eso será difícil de coordinar porque la gente está llegando de varias maneras y en diferentes momentos.

La New York Immigration Coalition (NYIC por sus siglas en inglés) ha instado a Adams a reconsiderar el plan. “Cualquier intento de abrir un campamento temporal en Orchard Beach es ridículo y probablemente causará más daño que beneficio”, dijo el director ejecutivo de NYIC, Murad Awawdeh. El viernes pasado, la presidenta del Comité de Inmigración, la concejala Shahana Hanif, junto con funcionarios electos y defensores de los derechos humanos, manifestaron en contra del “campo de refugiados previsto”, y llevaron a cabo una audiencia sobre los solicitantes de asilo.

Jayne Bigelsen, vicepresidenta de abogacía de Covenant House, dijo que el sistema de jóvenes sin hogar intenta acoger al mayor número posible de personas. “Es nuestra responsabilidad como neoyorquinos mostrar al mundo la forma correcta de acoger a la gente”, dijo Bigelsen.

Adi Talwar

Inmigrantes que llegaron a la ciudad de Nueva York en uno de los tres autobuses procedentes de Texas el 10 de agosto, esperando frente a la Autoridad Portuaria en la 8ª Avenida para ser transportados a los albergues para personas sin hogar.

A punto de llegar a la capacidad máxima

A pocas cuadras de Port Authority, Covenant House ofrece la mejor oportunidad para que un joven encuentre una cama en un albergue. El edificio de la organización, recientemente inaugurado, tiene capacidad para 120 personas y los individuos pueden entrar para completar la admisión y solicitar una cama. El 26 de septiembre, había seis plazas disponibles.

Una semana antes, cuando City Limits visitó, un grupo de unos 10 hispanohablantes pasó por las puertas de salida. Uno de ellos, un joven de 18 años llamado Freddy, quien había animado a David a seguir visitando el centro para conseguir una cama. Ellos se habían conocido mientras cruzaban el Darién entre Colombia y Panamá y se reencontraron en un autobús de Texas a Washington, D.C., donde fueron enviados por el gobernador Greg Abbott, antes de dirigirse a la ciudad de Nueva York.

“Aquí hay más oportunidades”, dijo Freddy. “Música, fútbol, trabajo”.

Bigelsen dijo que la organización ha encontrado espacio para la mayoría de los jóvenes de entre 16 y 21 años que la visitan, pero le preocupa que eso pueda terminar pronto. “Este sistema está al límite”, dijo Bigelsen, “creo que si los autobuses continúan entonces necesitamos nuevos refugios porque estamos al límite de nuestra capacidad”.

Durante una visita al edificio, Bigelsen mostró un aula, donde los residentes aprenden habilidades laborales. Un luminoso patio al aire libre y una amplia zona común ofrecen un respiro a los jóvenes. “No es sólo un refugio”, dijo Bigelsen. “Es educación. La salud mental es importantísima. Así que es mejor para este grupo de edad”.

Covenant House también ofrece servicios legales a través de su único abogado in situ, David Miranda, un antiguo defensor público que ahora se encarga de aprender la ley de inmigración. Unos 36 inmigrantes y solicitantes de asilo recién llegados se alojan en Covenant House. La mayoría han llegado a Nueva York desde Venezuela, pero algunos han viajado desde África Occidental y China, dijo Miranda. Todos ellos están en su lista de casos, junto con otras 15 personas que han dejado Covenant House pero que siguen confiando en él para sus casos de asilo y otras necesidades del tribunal de inmigración.

“Son los jóvenes más increíbles que he conocido, y la cantidad de resiliencia es, para mí, increíble”, dijo Miranda.

Antes de diciembre del año pasado, cuando el personal notó un aumento, Covenant House recibía entre cuatro y cinco solicitantes de asilo en un año normal, dijo Miranda. Pero eso pronto empezó a cambiar y lo que eran unos pocos se convirtió en una docena en marzo, y unos 20 cuando empezaron a llegar los autobuses llenos de inmigrantes desde Texas.

Pero los servicios jurídicos, al igual que el espacio de los refugios, están al límite. Los inmigrantes recién llegados se enfrentan a una escasez de abogados pro bono que puedan representarlos en los tribunales, según informó Documented a principios de este mes.

“Necesitamos más abogados”, dijo Miranda.

La red de proveedores de servicios para jóvenes RHY es muy cercana. Miranda ha trabajado con abogados de The Door, que cuenta con un equipo jurídico de 45 personas y 25 abogados que trabajan en asuntos de inmigración, a quienes también les ha resultado difícil aceptar nuevos clientes, dijo Beth Baltimore, directora de la práctica legal pro bono en The Door.

Los inmigrantes recién llegados se suman a una profunda acumulación de casos resultante de los cierres de los tribunales en los primeros meses de la pandemia, dijo Baltimore. “Nunca he visto una lista de espera tan larga y una necesidad tan elevada que no podemos ni siquiera acercarnos a satisfacer”, dijo. 

“Como se ve en las películas”

Para David, Covenant House ha supuesto la primera sensación de estabilidad que ha tenido desde que llegó a Estados Unidos a principios de este mes.

Tras una breve estancia en el centro de detención de Eagle Pass, Texas, y después de pasar un par de días en un refugio allí, le ofrecieron un autobús a Washington, D.C. “Yo quería ir a Miami, pero me daban pasaje para Washington”, dijo David. En el autobús volvió a ver a Freddy, al que no había visto desde la travesía de la selva, y se hicieron amigos.

En la capital del país, David no tenía conocidos ni familiares. El más cercano estaba en Nueva York, así que viajó a Queens, donde un primo le ofreció un lugar para quedarse. Un par de semanas después, el primo le pidió dinero a David para el alquiler, quien acababa de conseguir un trabajo lavando coches. Cuando no pudo pagar, el primo echó a David. Pasó las noches en un parque cercano antes de dirigirse a Manhattan en busca de un espacio en el sistema de refugios para adultos. Y perdió el trabajo de lavado de coches.

Dice que ahora espera volver a trabajar lo antes posible, tomar clases de inglés y terminar el bachillerato. Covenant House ofrece programas para ayudar a las personas a matricularse en institutos de enseñanza secundaria o a obtener el GED, así como formación laboral en tecnologías de la información, seguridad, enfermería y cosmetología.

“Me preguntaron si quería seguir estudiando, pero les dije: ‘no’”, dijo David. “Mi prioridad es encontrar trabajo”.

Le anima la oferta musical en el albergue. En su página de YouTube aparece un vídeo en el que canta y rapea en un estudio el año pasado y le entusiasmó ver que Covenant House también tenía uno. “Yo me emocioné al ver computador con micrófono y cornetas”, dijo.

Pronto tendrá que iniciar su caso de asilo. El plazo para solicitarlo se abre en cuanto una persona entra en el país y se cierra al cabo de un año.

David dijo que la ciudad de Nueva York no era su destino deseado, pero que ahora espera formar un hogar aquí. Sus amigos en Venezuela se ponen celosos cuando comparte vídeos de Times Square, dice. Se quedó especialmente impresionado por la gigantesca tienda H&M.

“Nueva York es como se ve en las películas”, dijo.