Nueva York amplió en enero la posibilidad de vacunarse contra la COVID-19 a los residentes mayores de 65 años, pero conseguir una cita ha sido un proceso ‘extraordinariamente complicado’ para algunos.

Adi Talwar

Rachel Oddman, de 69 años, frente al Metropolitan Hospital en East Harlem. Oddman dice que sigue considerando la posibilidad de vacunarse, pero se sentiría más segura si estuviera disponible en la consulta de su médico de cabecera.

Este artículo apareció originalmente en inglés. Read the English version here. Traducido por Daniel Parra.

El 12 de enero, el gobernador Andrew Cuomo anunció que los neoyorquinos de 65 años o más podían recibir la vacuna contra el COVID-19, pero la noticia vino acompañada de una advertencia.

“Pido paciencia, ya que, por desgracia, hay muchos más neoyorquinos que pueden recibir la vacuna que el suministro de la misma”, dijo el gobernador en Twitter, citando la lenta asignación del gobierno federal.

Tal cual. La escasez de dosis ha seguido obstaculizando los esfuerzos de Nueva York para vacunar a los residentes y la ciudad se vio obligada a reprogramar unas 23.000 citas de vacunación a principios de este mes. Esto ha dificultado especialmente el acceso a los neoyorquinos de más edad, uno de los grupos más vulnerables al COVID-19, que representan casi el 15 por ciento de la población de la ciudad. 

Todavía no está claro cuántos residentes de 65 años o más han recibido la vacuna hasta ahora, ya que la ciudad aún no ha publicado un desglose de los datos de vacunación por grupos demográficos. El alcalde Bill de Blasio ha prometido hacer públicos esos datos a finales de la semana, y un portavoz de la oficina del alcalde dijo que esa información estaría disponible el domingo.

Además de la escasez de suministros, los expertos dicen que hay varios desafíos que los neoyorquinos mayores podrían enfrentar para vacunarse, incluyendo las barreras de movilidad para llegar a los sitios de vacunación y la necesidad de acceso a internet y conocimientos de tecnología para reservar una cita con éxito. Lisa David, presidenta y directora general de Public Health Solutions, calificó este proceso de “extraordinariamente complicado” para las personas mayores. Ha sido testigo de ello tanto con las personas mayores con las que trabaja su organización como personalmente al intentar reservar una cita para la vacuna de su padre de 90 años.

“Lo que está pasando mi familia para tratar de conseguirle una cita es extraordinariamente frustrante”, dice David.

Dificultades técnicas

Hay dos formas de obtener información sobre la vacunación: en línea o por teléfono.

Incluso antes de que la elegibilidad se ampliara de los mayores de 75 años a los mayores de 65, se podía pasar 30 minutos en espera tras llamar a la línea directa de vacunas de la ciudad, y los tiempos de espera han aumentado desde entonces, dice David.

Otro problema es el hecho de que hay tres sitios web diferentes —dos gestionados por la ciudad y otro por el estado— en los que las personas que reúnen los requisitos pueden ver los lugares de vacunación y obtener información para programar una cita. Estos sitios incluyen una página de programación separada para obtener una cita de vacunación en las instalaciones de NYC Health + Hospitals. David dice que ha notado diferencias en los lugares que figuran en cada sitio web, lo que aumenta la confusión. Algunos sitios de distribución permiten a los usuarios reservar citas en línea, pero otros requieren una llamada telefónica.

Dada la escasa disponibilidad de vacunas, a veces pueden pasar horas, entre el escaneo de páginas web y las múltiples llamadas, para conseguir una cita.

“La inversión de trabajo y tiempo es enorme, y resulta confusa”, dice David. Añade que, incluso después de conseguir una cita, algunos ancianos la han visto reprogramada debido a la escasez de vacunas.

Un portavoz del Departamento de Salud de la ciudad dice que está trabajando para ayudar a los residentes a apuntarse a las citas, calificando el programa de vacunación como “un esfuerzo sin precedentes”.

“Queremos que los neoyorquinos puedan reservar una segunda cita con el menor esfuerzo posible”, escribió Michael Lanza, del Departamento de Salud y Salud Mental de la ciudad de Nueva York, en una respuesta a una consulta de City Limits. “En el caso de que un neoyorquino que reúna los requisitos tenga problemas para conseguir la vacuna o una cita (para la primera o la segunda dosis), trabajaremos con ellos para resolver el problema y ayudarles a concertar una cita”. Actualmente, la demanda de la vacuna supera la oferta, por lo que pedimos a todos que sean pacientes mientras esperamos más dosis del gobierno estatal y federal”.

En una reunión informativa celebrada el martes, el alcalde de Blasio continuó abogando por que el gobierno federal permita a la ciudad comenzar a utilizar su reserva de segundas dosis mientras se espera un mayor suministro, para que la ciudad pueda proporcionar a más ancianos su dosis inicial. Las investigaciones han demostrado que tomar sólo la primera dosis de la vacuna de Pfizer ofrece un 50 por ciento de protección.

“Un 50 por ciento de protección para una persona mayor es mucho mejor que no tener ninguna protección”, dijo de Blasio, diciendo que es “una cuestión de vida o muerte”.

“El miedo en el que han vivido las personas mayores durante el último año es abrumador”, dijo.

La importancia de la ubicación

La escasez de suministros en la ciudad no sólo dificulta la obtención de una cita, sino que puede ralentizar el progreso de otros esfuerzos cruciales que serán necesarios para llegar a más personas mayores, como la divulgación a comunidades que podrían sentir un mayor escepticismo sobre la vacuna. Una encuesta reciente reveló que el 42 por ciento de los residentes encuestados mayores de 18 años en Nueva York expresaron algún grado de duda sobre la toma de la vacuna, con mayor indecisión entre los encuestados negros/afroamericanos y asiáticos/americanos/de las islas del Pacífico (AAPI), informó la NBC de Nueva York.

Rachel Oddman, una residente de 69 años de East Harlem, ha estado aprendiendo a utilizar una tableta a través de la iniciativa “Get Connected” de PHS, que ayuda a las personas mayores que viven en viviendas de NYCHA a aprender a utilizar la tecnología. El programa proporciona tabletas, servicio de internet y formación tecnológica con el objetivo de ayudar a los participantes a acceder a servicios en línea, como clases interactivas o incluso información sobre vacunas. 

Oddman cuenta que aún no ha decidido si vacunarse. Sería una gran diferencia, dice, si pudiera recibir la vacuna en la consulta de su médico de cabecera, donde está acostumbrada a ir para las revisiones o para hacerse test de rutina. Aunque hay clínicas privadas en la lista de lugares de vacunación de Nueva York, la disponibilidad aún no está lo suficientemente extendida como para que la mayoría de los neoyorquinos que cumplen los requisitos puedan vacunarse a través de su médico habitual.

Oddman añade que, aunque está mejorando en el uso de internet en su tableta para participar en clases interactivas, de momento no piensa cambiar su forma de acceder a los servicios de salud. 

“Me gusta hacer las cosas como las vengo haciendo, yendo al médico, no por internet”, dice. Preguntada por lo que más influiría en su decisión de vacunarse, Oddman lo tiene claro: la posibilidad de vacunarse en la consulta de su médico de cabecera.

Sobre lo que más influiría en su decisión de vacunarse, Oddman lo dejó claro: la posibilidad de vacunarse en la consulta de su médico de cabecera.

La ubicación de los centros de vacunación es crucial, sobre todo para llegar a las personas mayores como Oddman, que pueden tener dudas sobre la vacuna, así como para las personas con movilidad limitada que les dificulta los desplazamientos o las largas colas a la intemperie. Como ocurre con la mayoría de los objetivos de salud pública, el éxito está en llegar a donde esté la gente.

“Hay que ir más allá del sistema de salud, porque mucha gente, francamente, no interactúa con el sistema de salud de forma habitual”, dice Bruce Y. Lee, experto en política y gestión sanitaria de la Escuela de Salud Pública de CUNY. Dice que para evitar “disparidades significativas” en cuanto a quién recibe la vacuna, la ciudad debe entender dónde se encuentran las personas que pueden vacunarse, y luego identificar y crear lugares para llegar mejor a esas personas.

Los expertos señalaron que los esfuerzos de la ciudad en relación con la prueba del coronavirus y el rastreo ofrecen lecciones sobre cómo los funcionarios deben abordar la distribución de la vacuna. Cuando las pruebas estuvieron disponibles por primera vez la primavera pasada, al principio era más fácil acceder a una prueba en el Upper East Side, debido a la concentración de sistemas hospitalarios allí, recuerda David. 

Una vez que la ciudad desarrolló el equipo de rastreo de contactos, se hicieron esfuerzos concertados para llegar a las comunidades de bajos ingresos y a las personas de color que habían sido más afectadas por la pandemia, abriendo sitios de prueba emergentes en parques y otros lugares muy transitados, especialmente en los barrios con menos recursos sanitarios. La ciudad contrató a PHS, por ejemplo, para realizar actividades de divulgación y educación sobre el acceso a los servicios, incluidas las pruebas, en Queens. 

“Lo que han tratado de hacer con las pruebas ha tenido un éxito moderado, que es tomar esta lente de equidad y asegurarse de que están estableciendo sitios de acceso especial para poder llegar a esas poblaciones”, dice David. “Eso no ocurre en absoluto con las vacunas todavía”.

En el buscador de vacunas COVID-19 de la ciudad, había poco menos de 150 lugares listados el viernes.

En respuesta a una consulta de City Limits, Lanza escribió que “la ciudad está trabajando con los proveedores locales de atención de la salud y se centró en la construcción de la misma red de barrio de los sitios que el servicio de las personas en sus comunidades”.

La ciudad ha programado conversaciones de divulgación en comunidades en cinco idiomas además del inglés, añadió: español, mandarín, coreano, árabe y ruso. La semana pasada, se organizó un evento en directo en Facebook en español y una asamblea pública para personas con discapacidad en el que se utilizaron subtítulos y lenguaje de señas estadounidense (ASL por sus siglas en inglés). Los socios financiados por la ciudad también han organizado actos educativos en idiomas como creole haitiano, bengalí, hindi, árabe, ruso, español, urdu, cantonés y coreano, según Lanza.

La ciudad ha abierto centros de vacunación para personas mayores en algunas residencias de NYCHA, y el alcalde de Blasio anunció una iniciativa a principios de este mes para proporcionar a los neoyorquinos mayores que lo necesiten transporte a las citas de vacunación reservadas a través de la ciudad, utilizando Access-a-Ride, servicios de ambulette (vehículo utilizado para transportar a alguien para recibir tratamiento médico, pero no en situación de emergencia) o taxis a través de la aplicación Curb. La ciudad puede ofrecer aproximadamente 10.000 viajes de este tipo a la semana, dijo el alcalde.

Sin embargo, siguen existiendo retos y preguntas. 

“Todavía no disponemos de un plan integral o cohesionado para vacunar a los ancianos confinados en casa. Y francamente, todavía no hay un plan adecuado para los ancianos en general aquí en la ciudad de Nueva York”, dijo el concejal Mark Treyger, que forma parte del comité de vejez del concejo de la ciudad, durante una conferencia de prensa el martes.

Treyger ha propuesto la creación de un puesto de “zar de las vacunas” para centralizar la mezcla de información y recursos de los proveedores de salud privados, municipales y estatales, y ha pedido que la ciudad se asocie más con las organizaciones que ya prestan asistencia a domicilio para llegar a los residentes confinados en casa.

En una rueda de prensa, De Blasio insinuó que se realizarán esfuerzos futuros para resolver esos problemas de movilidad, aunque todavía no se han anunciado planes concretos. 

“Las personas mayores confinadas en casa que literalmente necesitan un enfoque individualizado … alguien capaz de administrar la vacuna de forma segura tiene que ir a su casa”, dijo. “Eso es obviamente mucho más complejo, requiere mucho trabajo, pero estamos dedicados a conseguirlo, sobre todo a medida que obtenemos más vacunas”.

Nicole Javorsky es miembro de Report for America Corps.