En el mes de junio se han publicado cuatro informes en distintos lugares de los Estados Unidos acerca del impacto económico de la crisis ocasionada por el COVID-19 y las conclusiones llevan al mismo punto: los hispanos y los inmigrantes fueron desproporcionadamente impactados.
En el caso de los inmigrantes indocumentados, estos no recibieron ayuda federal, tampoco pudieron aplicar por el subsidio de desempleo y muchas de las industrias afectadas dependen en gran medida de los trabajadores inmigrantes, incluidos los indocumentados. “Los inmigrantes que trabajan en la ciudad de Nueva York tienen un 20 por ciento más de probabilidades que sus homólogos nativos de haber sido desplazados en la crisis actual (30 frente al 25 por ciento)”, reportaba en abril el Center for New York City Affairs en The New School.
Manuel —quien prefirió no revelar su apellido—, un inmigrante indocumentado de México, trabajó en un restaurante en Brooklyn hasta la segunda semana de marzo “porque donde trabajaba no nos dieron equipos de protección: tapabocas y guantes. Y no era un asunto de que el restaurante no lo podía pagar. En este restaurante las ventas habían subido [durante la primera semana de marzo] porque empezaron a hacer deliveries (envíos a domicilio) la última semana de febrero duplicando las ventas”, dice Manuel.
La cocina donde trabajaba Manuel era aproximadamente de 8 pies ancho por 15 de largo y allí trabajaban cinco cocineros “y el distanciamiento social era imposible”, dice Manuel. “Ahora, me siento como si volviera atrás, a ciudad de México donde no podía seguir viviendo porque no tenía cómo pagar la renta y donde no tenía comida. Lo irónico ahora es que trabajaba en un restaurante donde la comida abundaba y ahora hace falta”.
Según un informe del centro sobre la pobreza y la política social de la universidad de Columbia “la tasa de desempleo nacional fue de 19.7 por ciento en abril de 2020, de alrededor de 17.5 por ciento para los adultos blancos, 22.5 por ciento para los adultos afroamericanos, de 24.7 por ciento para los adultos hispanos y 20.9 por ciento para los adultos asiáticos”.
Mujeres e inmigrantes
Entre enero y abril, por ejemplo, “todos los principales grupos raciales/étnicos sufrieron importantes pérdidas de empleo, pero los inmigrantes vieron un aumento mucho más rápido del desempleo que los trabajadores nacidos en los Estados Unidos”, resalta el informe del Migration Policy Institute, MPI por sus siglas en inglés.
La razón por la cual el desempleo fue mayor para los inmigrantes está relacionado con las industrias en las que trabajan, la relativa juventud entre inmigrantes, los bajos niveles de educación formal y especialmente porque sus empleos están concentrados en las industrias de servicios como el comercio minorista, hoteles, restaurantes, bares y parques de atracciones.
Aún entre los inmigrantes el impacto del desempleo fue desproporcionado, en especial para las mujeres inmigrantes. “Las mujeres inmigrantes en general constituían el 7.2 por ciento de la fuerza laboral de Estados Unidos en mayo de 2020. Pero eran el 11 por ciento de los trabajadores del sector recreativo y de la hospitalidad (el grupo industrial más afectado), el 18 por ciento de los trabajadores de los servicios de salud, el 16 por ciento de los trabajadores de los servicios profesionales y empresariales, y el 10 por ciento de los trabajadores del comercio minorista, que también fue muy afectado”, responde por correo electrónico Julia Gelatt, autora del informe y analista de políticas en el MPI.
Así que por un lado, parte de la razón por la cual las mujeres inmigrantes perdieron más empleos es porque se empleaban en las industrias más impactadas por el desempleo. Solo el sector recreativo y la hospitalidad perdió el 39 por ciento de su fuerza de trabajo de febrero a mayo, una tasa mucho mayor que la de cualquier otro sector.
Pero por otro lado, la tendencia general ha sido que “incluso dentro de una industria determinada, las mujeres han visto mayores aumentos en el desempleo que los hombres. No sé si esto se ha explicado completamente todavía, pero es probable que las mujeres estén más a menudo en los puestos menos remunerados de primera línea dentro de las industrias recreativas y la hospitalidad y del comercio minorista, y así estaban más a menudo entre las primeras personas que fueron despedidas”, explica Gelatt por teléfono.
Entre los efectos a largo plazo que se han señalado están que esta crisis puede hacer aún mayor la brecha salarial que ya existía entre los géneros.
Como lo resaltaba el Pew Research Center en otro informe, 11.5 millones mujeres perdieron sus trabajos contra 9.0 millones de empleos desempeñados por hombres. “Sólo tres sectores —recreativo y hospitalidad, educación y servicios de salud, y comercio al por menor— representaron el 59 por ciento de la pérdida total de empleos no agrícolas de febrero a mayo. Estos sectores también representaron el 47 por ciento de los empleos ocupados por mujeres en febrero, en comparación con el 28 por ciento para los hombres, exponiendo a las mujeres a un mayor riesgo de desempleo en los últimos meses”, dice el reporte del Pew.
Para Rakesh Kochhar, autor de este informe del Pew, “una de las razones es que las mujeres hispanas tienen más probabilidades que otras de estar empleadas en el sector recreativo y de hospitalidad. Alrededor del 14 por ciento de las mujeres hispanas lo estaban en 2018 en comparación con el 10 por ciento de las mujeres y el 8 por ciento de los hombres en general”.
Si se mira ahora el grupo de los inmigrantes, el desempleo entre aquellos que nacieron fuera del país fue del 19 por ciento mientras que para los nacidos en los Estados Unidos fue del 12 por ciento de febrero a mayo. Sin embargo, incluso los latinos nacidos en el país vieron tasas mayores de desempleo, 16 por ciento versus un 11 por ciento. Entre el grupo de los inmigrantes, tanto inmigrantes latinos como inmigrantes no latinos reportaron los mismos porcentajes de desempleo, 19 por ciento.
Entre las consecuencias a corto plazo del desempleo que resalta Gelatt está la inseguridad alimentaria que aumentará entre los inmigrantes. Una de las preocupaciones mayores para Manuel ahora es cómo pagar por la comida. “No quiero sonar picky (exigente) pero en el pantry (despensa de comida) cercana no daban comida muy saludable y si algo ayuda a mejorar el sistema inmune es comida saludable, así que si tengo que pagar por vegetales, prefiero hacerlo”, dice Manuel.
Solo en Nueva York la mitad de los inmigrantes de clase trabajadora han perdido sus trabajos como resultado de la pandemia COVID-19, según un nuevo estudio del Centro para el Futuro Urbano (Center for an Urban Future).
“Nueve de las organizaciones con las que hablamos dicen que al menos el 75 por ciento de sus clientes inmigrantes han perdido sus trabajos debido a la pandemia. Por ejemplo, el 90 por ciento de los inmigrantes atendidos por el African Services Committee con sede en Harlem han perdido su principal fuente de ingresos, mientras que el 95 por ciento de los jornaleros y el 100 por ciento de los trabajadores domésticos y los trabajadores de salones de uñas apoyados por La Colmena, con sede en Staten Island, están ahora sin trabajo”, dice el informe.
Para Eli Dvorkin, uno de los autores del informe, “no es sorprendente del todo esta conclusión si tenemos en cuenta el tipo de trabajo que desempeñan los inmigrantes y la falta de ayuda”.
Además de un aumento en la falta de alimentos entre las comunidades inmigrantes de la ciudad, el otro gran problema que enfrentan es la vivienda. “Hay una creciente preocupación por perder la casa y esto es fundamentalmente injusto porque muchas de esas familias han trabajado incansablemente”, dice Dvorkin.
Manuel, por ejemplo, ha preferido encontrar un nuevo hogar en Kingston, Nueva York, antes que permanecer en su apartamento actual. “Yo sé que es ilegal sacar a las personas de su apartamento en este momento, pero a mí se me acaba el lease (contrato) en junio, así que no se me hace una buena opción quedarme y entrar en un asunto legal. Lo menos que quiero es estar en una corte”, dice Manuel.
Y ¿La recuperación?
Si bien la pérdida de decenas de millones de puestos de trabajo inducida por la pandemia ha golpeado más pronunciadamente a los inmigrantes y a las mujeres inmigrantes, cuando se trata de analizar la recuperación de estos grupos tanto los informes como sus autores no tienen un panorama claro de lo que vendrá.
Además de encontrar quiénes perdieron más empleos, los informes del Pew y del MPI compararon las últimas dos crisis económicas (la inmobiliaria del 2008 y 2009 y la presente del Coronavirus). Para el autor del informe del Pew, por ejemplo, la respuesta federal al coronavirus fue mayor que las ayudas federales durante la recesión de 2008 y 2009, sin embargo, “la pregunta clave ahora es ¿cómo el consumidor va a responder a estos estímulos? Esa es una pregunta abierta”.
Nueva York inició este lunes 22 de junio la fase II de reapertura y los restaurantes abrieron con capacidad limitada, sin embargo, para Kochhar la pregunta por resolver aquí es: “¿cuántos van a querer ir a restaurantes?” Es decir cuál va a ser la respuesta del consumidor y los índices de consumo.
Por otro lado, el informe del MPI dice que “si la recesión pasada sirve de guía, los inmigrantes latinos pueden ser los trabajadores más vulnerables a corto plazo, pero también pueden estar entre los primeros trabajadores llamados de vuelta cuando el mercado laboral se recupere.” Sin embargo, Gelatt, una de las autoras de este informe, advierte que si bien puede verse esta pronta apertura como “una señal positiva inicial, todavía debemos esperar”.
Solo hasta abril uno de cada seis empleos perdidos en la ciudad de Nueva York era ocupado por un trabajador indocumentado. El problema con algunos de estos empleos, es que como Dvorkin lo sugiere es que “es ingenuo pensar que los empleos volverán como si se apagara y se prendiera un interruptor. Algunos trabajos nunca volverán”.
A pesar de esta pérdida, Dvorkin dice que “no apostaría en contra de la capacidad de resiliencia, de recuperación y reconstrucción de los inmigrantes. Los inmigrantes ayudaron a reconstruir la ciudad a mediados de los setenta, en el 2000, ayudaron después del 9/11”.
Por lo pronto, el panorama para Manuel “es desolador. No recibimos ayuda o asistencia social como inmigrantes. El fondo de la ciudad todavía no sale. Nosotros pagamos todos los años impuestos, pero estamos siendo olvidados a pesar de que el gobernador diga que todos somos New Yorkers. Eso es solo un slogan”.
Según las proyecciones del centro sobre la pobreza y la política social de la universidad de Columbia, “los índices de pobreza se mantendrán alrededor del 20.2 para los individuos afroamericanos, 20.3 por ciento para los hispanos y alrededor del 14.5 por ciento para los asiáticos, incluso después de tomar la ley CARES en cuenta. El menor efecto de reducción de la pobreza para los individuos hispanos, se debe en parte a que la ley CARES excluye a los inmigrantes indocumentados”.
La única ayuda que Manuel ha recibido vino de One Fair Wage, uno de los pocos fondos de ayuda económica disponibles para trabajadores indocumentados. Desde abril Manuel ha estado buscando muebles que regalan en Craigslist o Marketplace o que se encuentra tirados en las calles para recogerlos, desinfectarlos, arreglarlos —cuando es necesario— para luego venderlos en estas plataformas. Mueve todo lo que encuentra con una plataforma rodante y un cinturón.
“Esta es nuestra última semana en Nueva York”, dice Manuel. “Seguiré haciendo lo mismo allá [en Kingston], aunque creo que necesitaré un carro. Espero que esto solo sea un cambio momentáneo”.