ICE arrest

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Ahora que el escenario previsto por varias organizaciones y médicos sobre la posibilidad de que un inmigrante en un centro de detención de ICE diera positivo al COVID-19 se ha hecho una realidad, el escenario es aún más preocupante.

“Hoy martes, es el primer día que mi esposo no me llama en todo el día”, dijo Victoria Ramírez, quien tiene a su esposo en el centro de detención de la cárcel del condado de Bergen en Hackensack, Nueva Jersey, donde el mismo martes se confirmara que un ciudadano mexicano de 31 años en custodia de ICE había dado positivo al COVID-19.

Según el comunicado de ICE, “el individuo ha sido puesto en cuarentena y está recibiendo atención. De acuerdo con las directrices del CDC, aquellos que han estado en contacto con el individuo están siendo monitoreados por los síntomas. ICE está suspendiendo la admisión en la instalación hasta que se disponga de más información”.

Ramírez sabía que algo estaba pasando en el centro de detención porque su esposo la llama mínimo una vez al día y regularmente hablan cinco minutos. Pero su mayor preocupación ahora es que su esposo de 36 años, quien tuvo un pulmón perforado por una costilla quebrada en el pasado, está en mayor riesgo pues a él una “gripa normal lo pone mal y no quiero ni imaginarme cómo se pondría con este virus” dijo Ramírez a City Limits.

Según le comentaba su esposo, desde hace tres semanas los detenidos en Bergen estaban pasando más tiempo encerrados y nadie les explicaba qué estaba sucediendo. Tal y como otros medios reportaron, Ramírez aseguró que los detenidos se enteraron del virus a través de los informes de noticias y de amigos y familiares. La situación que se presenta ahora en el centro de detención se debe según Ramírez a que el guardia que en marzo 15 fuera el primer contagiado en el centro, “estuvo en contacto todos los detenidos, incluso mi esposo conoció al guardia”, dijo Ramírez. “Y ellos [detenidos] andaban normal, sin guantes, sin tapabocas, sin nada”.

En otra ala del mismo centro de detención, “en un lugar que no había sido utilizado en diez años”, se encuentra la pareja de Jessica —su apellido quiso omitirlo—, “porque la sección de ICE está llena”. En esa sección, “no hay ventanas, ni sistema de ventilación y solo pueden salir de allí por 30 minutos al día”, así que luego de conocer que un guardia estaba contagiado, ella no quiere imaginarse lo que sucederá si el virus se propaga.

“¿Qué pueden hacer?” dijo Jessica, quien reconoce que los detenidos se encuentran bajo estas circunstancias en una situación peligrosa e incontrolable, lista para explotar.

Tanto Jessica como Ramírez explicaron que cuando un detenido requiere servicios médicos, la solicitud puede tardarse hasta 72 horas en ser recogida por el personal y puede tardar días en ser procesada.

Mientras estaba en otro centro de detención de ICE, a la pareja de Jessica se le rompió un diente mientras comía y fue sometido a una cirugía para remover el diente. Luego lo trasladaron a Bergen. Estando allí le descubrieron que la herida estaba infectada porque todavía había un pedazo de diente. “Le dieron analgésicos durante dos días y luego nada. Esta es la calidad [de atención] que tienen que dura un día”, explicó Jessica.

Para Jessica este incidente prueba que “mantener a la gente detenida no va a mantener el virus fuera del centro de detención”.

La cárcel de Bergen cuenta con más de 280 oficiales de corrección y 1.150 camas, sin embargo, como lo han escuchado tanto Jessica como Ramírez de sus parejas, estan durmiendo dos personas detenidas por ICE en celdas diseñadas para solo una. Luego de que un oficial diera positivo el 15 de marzo, los reclusos entraron en cuarentena como medida de precaución dijo Derek Sands el domingo, portavoz del sheriff del condado de Bergen, Anthony Cureton.

“¿Cómo es posible hacer aislamiento social en un centro de detención?” dijo Jorge Muñiz, patrullero de Sunset Park Emergency ICE Watch. Esta cárcel en Bergen tuvo en junio de 2019 un brote de paperas, recordó Muñiz durante la llamada telefónica, “las cárceles estatales no son lugares para cuidar de este virus. Lo correcto es dejarlos libres y esto puede salvar vidas”. Muñiz agregó “estas son personas que no tienen casos criminales”. Más aún, tal y como lo ha reportado ProPublica, ICE ha fallado repetidamente en contener enfermedades contagiosas.

La última vez que el padre Fabián Arias, del New Sanctuary Coalition, estuvo visitando a inmigrantes detenidos en Bergen fue el lunes 16 de marzo. Durante esta visita el padre recuerda que “no había precauciones, no tenían guantes, todos estaban juntos y si alguno se quejaba los mandan a los cuarteles de castigo, a oscuras, encerrados”. El día siguiente el centro cerró, dijo Arias quien ha visitado por años a los detenidos de ICE en Bergen.

Desde que se supo del brote de coronavirus en los Estados Unidos uno de los lugares en los cuales se pronosticaba un riesgo catastrófico era en los centros de detención de ICE donde el COVID-19 se podría esparcir como el veneno “en las cámaras de gas”, dijo Juan Carlos Ruiz pastor de Good Shepherd, para quien los campos de detención son, “como nosotros lo llamamos, campos de concentración”. Esta comparación, según él, es popular entre los detenidos en Bergen quienes le dicen a él “estamos en un horno de la muerte y estamos condenados”.

En el estado de Nueva Jersey, inmigrantes en tres cárceles están ahora en huelga de hambre por las condiciones insalubres y el alto riesgo al que están expuestos durante esta pandemia.

“Los centros de detención están cerrados. Muchas cortes de inmigración cerraron. Los abogados no están visitando a los detenidos. Y la situación ahora es como estar en un huracán, cuando pare la lluvia se va a conocer el verdadero impacto”, dijo Francisco Collazos, cofundador de Immigrant Families Together.

Organizaciones como Immigrant Families Together están ahora mismo trabajando en identificar cuántos detenidos pueden estar en mayor riesgo en los centros de detención. Otras organizaciones como Legal Aid Society y The Bronx Defenders ya presentaron una demanda en la corte federal solicitando la liberación inmediata de siete inmigrantes retenidos en centros de detención “que están en riesgo inminente de enfermedad grave o muerte en caso de una infección por COVID-19, debido a su edad o condiciones de salud subyacentes. La demanda de emergencia se presentó en medio de informes crecientes de las condiciones atroces en las cárceles locales de ICE, que exacerban el riesgo de infección y propagación del nuevo coronavirus dentro de estas instalaciones”.

Preocupados por la vida y la salud de los detenidos más de 3.000 médicos firmaron una carta en la que solicitaban a ICE la liberación de los detenidos, mientras se tramitaban sus casos legales, especialmente aquellos adultos de más de 60 años y las personas con enfermedades crónicas graves.

Otras organizaciones como Never Again Action e ICE Free NJ organizaron una protesta con cerca de cien autos frente al Centro de Detención del Condado de Hudson para exigir al gobernador de Nueva Jersey, Phil Murphy, que liberara a las personas que estaban detenidas allí.

Si bien ICE ha parado momentáneamente sus redadas para capturar inmigrantes, esta oficina sigue negándose a liberar los detenidos médicamente vulnerables de su custodia. Al respecto, el ex director de ICE durante la administración de Obama, John Sandweg, dijo que ICE no estaba preparado para hacer frente al virus.

Incluso ayer, marzo 25, la oficina del alto comisionado para los derechos humanos hizo un llamado urgente para proteger la salud y la seguridad de las personas en centros de detención como parte de los esfuerzos para contener la pandemia COVID-19. Actualmente, hay más de 37.000 detenidos por ICE en todo el país y según la revista The Nation al 19 de marzo había nueve en aislamiento por razones médicas, 24 más estaban siendo monitoreados aunque no se sabe con exactitud por qué están siendo monitoreados estos individuos.