El programa de “minutos gratis” se remonta a principios de la pandemia del COVID-19, cuando los centros de detención de todo el país cerraron sus puertas a las visitas. “Las llamadas telefónicas son un instrumento vital para las personas detenidas”, afirma Rosa Santana, de Envision Freedom Fund.
Este artículo se publicó originalmente en inglés el 20 de junio. Traducido por Daniel Parra. Read the English version here.
La tarde del 6 de junio, un inmigrante detenido en el centro de detención federal de Buffalo, en Batavia (Nueva York), recibió un mensaje en la tableta que utiliza para comunicarse con su familia y sus abogados: el programa de llamadas gratuitas al que había tenido acceso durante los últimos años había llegado a su fin.
“Cuando la abrí [la tableta] cayó un mensaje”, dijo el hombre por teléfono, contando a City Limits que el servicio fue eliminado a principios de la semana pasada. “Varias personas se indignaron tras ver el mensaje”.
El programa de “minutos gratis” se remonta a principios de la pandemia del COVID-19, cuando los centros de detención de todo el país cerraron sus puertas a los visitantes. En mayo de 2020, el Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE por sus siglas en inglés) puso en marcha la iniciativa para ofrecer llamadas telefónicas nacionales o internacionales gratuitas cada mes a las personas detenidas. En Batavia, los migrantes recibían 520 minutos al mes para hacer llamadas dentro del país.
Según el migrante detenido, quien pidió que no se publicara su nombre por temor a represalias, el fin del programa —junto con otras condiciones deficientes como comida y agua de mala calidad— desencadenó una breve huelga de hambre durante el fin de semana del 8 de junio.
Unos 40 detenidos en la misma unidad en Batavia se negaron a comer a partir de la tarde del viernes 7 de junio, explicó el migrante. Él y otros siete continuaron el sábado, y una persona siguió hasta el lunes 10 de junio. Él alegó otros problemas en el centro de detención: tener que pasar hasta 18 o 19 horas en una pequeña celda compartida con otra persona, cuatro descargas diarias por inodoro y breves períodos al aire libre.
“Hicimos una huelga de hambre, llegando al extremo de poner en peligro nuestras vidas para que nos escucharan”, dijo el hombre en una declaración compartida por defensores de inmigrantes. Los defensores afirman que también han recibido informes de represalias contra quienes participan en protestas en huelga de hambre.
ICE no respondió a City Limits sobre el programa de llamadas al cierre de esta edición, ni a las acusaciones de malos tratos y malas condiciones en sus centros de detención.
Un portavoz no negó la huelga de hambre en Batavia, pero tampoco respondió a preguntas sobre detalles concretos, limitándose a decir que la agencia respeta el derecho de los inmigrantes a la autoexpresión y a la autonomía para negarse a comer. ICE afirmó que la seguridad de las personas bajo su custodia es una prioridad y que el personal que trabaja en los centros de detención de ICE ha recibido entrenamiento sobre cómo tratar a las personas en huelga de hambre y cómo remitirlas a evaluaciones médicas.
Batavia no fue el único centro que ha perdido el servicio de llamadas gratuitas. Según Setareh Ghandehari, director de defensa de Detention Watch Network, se han recibido mensajes anunciando el fin del programa en varios centros.
El grupo recibió informes de que estaba terminando en al menos otros 15 lugares que ICE utiliza en todo el país, incluyendo en la cárcel del condado de Orange en Goshen, Nueva York (la Oficina del Sheriff del Condado de Orange, que supervisa la cárcel, no respondió a las solicitudes de City Limits para hacer comentarios sobre el programa de llamadas).
A Rosa Santana, directora de bonos y codirectora ejecutiva interina de Envision Freedom Fund, los inmigrantes en Goshen le dijeron que el 7 de junio vieron un papel en la cartelera de anuncios de la cárcel en el que se decía, tanto en inglés como en español, que ya no tendrían acceso a las minutas gratuitas.
“Para todos, esto fue básicamente de la noche a la mañana”, dijo Santana, añadiendo que allí no había huelga de hambre. “Las llamadas telefónicas son un instrumento vital para las personas detenidas”.
Los defensores de los inmigrantes y las organizaciones que prestan servicios jurídicos a estas personas están haciendo sonar la alarma, diciendo que las personas se quedarán sin la oportunidad de hablar con sus familias o representantes legales.
“Es un golpe muy duro”, dijo el inmigrante detenido en Batavia, y añadió que ya ha visto el impacto del recorte en otras personas que no pueden ingresar dinero en sus economatos para pagar las llamadas. “Hay mucha gente que emigra y no tiene familiares en el país que puedan mantenerles económicamente”.
Los detenidos en espera de procesamiento suelen participar en el Programa de Trabajo Voluntario de ICE, realizando diversas tareas como limpieza, cocina, lavandería y jardinería en sus instalaciones, mientras reciben un par de dólares de compensación.
“Estamos oyendo que la gente siente que no tendrá más remedio que participar en estos programas… para poder hacer llamadas telefónicas”, dijo Ghandehari.
ICE no respondió a las preguntas sobre por qué finalizó el programa de llamadas telefónicas gratuitas y no especificó en cuántos centros del país terminará el programa o ha terminado.
“Están pasando el coste a la gente que no puede permitírselo”, dijo Santana. “Todo esto es como ganar dinero a costa de la miseria humana, y de la gente que no puede permitirse todas estas cosas”.
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