Los defensores de los trabajadores de lavandería dicen que uno de cada cinco trabajadores recibe $10 dólares o menos por hora, una violación de los requisitos de salario mínimo en la ciudad de Nueva York.
En la segunda semana de marzo, cuando hacía poco se había anunciado que el coronavirus había llegado a Nueva York, Beatriz Ramírez, una trabajadora de lavandería en Giant Launder Center & Cleaners, empezó a hacerse tapabocas con servilletas y ligas a los lados por necesidad.
“Los dueños no nos dieron nada para protegernos: ni alcohol para desinfectarnos, ni guantes, ni tapabocas”, dice Ramírez por teléfono.
Luego de contagiarse de COVID-19, Ramírez dice que fue despedida y los $360 dólares de su última semana de trabajo no fueron pagados, denuncia Ramírez. Además, durante los cuatro años que estuvo en el trabajo su pago fue de $6.60 dólares por hora, muy por debajo del mínimo legal en Nueva York.
Ahora, Ramírez junto con la asesoría de la organización del Centro de Trabajadores de Lavandería (Laundry Worker Center) pide que le regresen el dinero que no le pagaron por estos años, unos $30 mil dólares y además, que la reintegren al trabajo.
En el 2018 el Centro de Trabajadores de Lavandería público un estudio en donde resaltaban que “que a uno de cada cinco trabajadores les pagaban $10 o menos por hora, probablemente una violación de los requisitos de salario mínimo en la ciudad de Nueva York”, dice el informe.
Sobre el problema de pagos por debajo del salario mínimo “ahora con la pandemia”, escribe por correo electrónico Rosanna Rodríguez-Aran, codirectora del Centro de Trabajadores de Lavandería, “muchos trabajadores han tomado la decisión de que muchos ya no tienen nada que perder y estamos recibiendo muchas denuncias”.
“Los dueños me ofrecieron llegar a un acuerdo de $15 mil dólares, sin devolverme el trabajo pero no acepté”, dice Ramírez. “Quería ser un ejemplo para los trabajadores que no tenían papeles, ni estudios, pero que tienen sus derechos como cualquier trabajador. Yo seguiré luchando lo más que pueda”.
El 4 de abril decide demandar y luego de esto sus antiguos jefes amenazan con demandar. Desde entonces la situación ha escalado. Se han realizado varias protestas en las afueras de la propiedad y en la protesta del 19 de agosto, Jessica Ramos, la representante en el estado de Nueva York se unió también a la manifestación.
Durante la más reciente protesta realizada el 26 de agosto, el grupo inundó de llamadas a la lavandería exigiendo justicia hasta que la línea fue desconectada para dejar solo mensajes.
“Es injusto para los trabajadores esenciales que no reciban ningún tipo de protección de los empleadores y que no se sigan los protocolos”, dice Rodríguez-Aran por teléfono.
James Changho Park, su empleador, dijo a City Limits a través de la traducción de su hijo que que ellos no dieron tapabocas o guantes “en marzo [porque] ellos nos sabían que esto [el coronavirus] era tan serio y ninguno de los trabajadores tenía protección”, e incluso él, de 78 años, no usaba nada.
Antes de la pandemia, señala Rodríguez-Aran, ya era requerido en las lavanderías usar guantes para proteger a los trabajadores de alfileres u otros objetos punzantes, así como usar un delantal y una mascarilla cuando se manipulan líquidos o químicos necesarios para la limpieza de las prendas. Park no confirmó si proveía protección antes de la pandemia.
Según Ramírez, antes de la llegada de la pandemia esta lavandería tampoco brindaba la protección necesaria, por eso cuando ella sintió el resfriado, el mareo, las ganas de vomitar, el dolor de cabeza, la mejor manera que encontró para proteger a los clientes y de protegerse fue no hablar con ellos, distanciarse y taparse la boca con lo que podía.
Por otro lado, Park dice que Ramírez no fue despedida y que se le intentó pagar el salario de su última semana durante una de las manifestaciones pero ella se negó.
Park no quiso responder si le pagaba a Ramírez menos del salario mínimo porque los abogados de las dos partes están intentando llegar a un acuerdo.