Más de la mitad de los ciudadanos estadounidenses de ascendencia latina creen que el censo de 2020 incluirá una pregunta sobre la ciudadanía, una creencia errónea cuya aparente popularidad ha preocupado profundamente a los defensores y funcionarios.
Desde que se dejó por fuera la pregunta sobre la ciudadanía del censo de 2020, muchos se cuestionaban cuáles serían las consecuencias entre los latinos. En febrero 10, la organización National Association of Latino Elected and Appointed Officials (NALEO por sus siglas en inglés), publicó los resultados de una encuesta nacional realizada entre el 8 y el 19 de octubre de 2019, meses después de que se decidiera no incluir la pregunta sobre la ciudadanía en el censo.
En total, el 48 por ciento de los latinos encuestados cree que la pregunta sobre la ciudadanía es parte del censo. Visto más en detalle, 53 por ciento de los latinos que son ciudadanos (naturalizados o nacidos en los Estados Unidos) todavía creen que se les hará la pregunta sobre la ciudadanía. En contraste, solo el 40 por ciento de los latinos que no son ciudadanos creen la pregunta es parte del censo.
Como lo remarcó Arturo Vargas, director ejecutivo de NALEO, durante la rueda de prensa, esto es “un hallazgo incongruente” pues son quienes no son ciudadanos los que “están mejor informados”. Por ello Vargas pidió a los medios de comunicación en inglés que sean tan receptivos “para cubrir los temas de nuestra comunidad como lo hacen los medios de comunicación en español porque tiene un efecto”. Sin embargo, y a pesar de esta tendencia, es todavía preocupante que el 42 por ciento de los indocumentados aún crea que la pregunta es parte del censo.
Otro de los resultados que resalta el estudio es que “confirman altos niveles de ansiedad en la comunidad latina en torno al censo 2020”. Esto quiere decir que si bien el 77 por ciento de los latinos entiende que su comunidad se beneficiaría si participa más gente en el censo, al mismo tiempo existe un temor generalizado pues al 75 por ciento de los encuestados les preocupa que la administración Trump utilice la información del censo contra los latinos.
Para añadir a esta preocupación, al 78 por ciento de encuestados les preocupa que el sitio web del censo sea vulnerable a la interferencia en línea. Al mismo tiempo, según el comunicado de prensa, “hay conceptos erróneos muy extendidos sobre lo que se preguntará” en el censo. Y también hay confusión sobre “lo que el censo hace con la información”.
Como lo explicó Julie Menin, directora de la oficina del censo de la ciudad de Nueva York, el censo es importante para todos porque asigna “la cuota de fondos públicos”. En el caso específico de Nueva York, esto quiere decir que de allí viene parte del dinero para los programas en vivienda, salud, educación, transporte, además de representación política y para cubrir “los más de 300 programas de la ciudad”, dice Menin.
Además de su importancia pública, el censo tiene una importancia política que afecta en varios niveles. Uno de ellos es la participación política porque puede aumentar o reducir la cantidad de representantes de la ciudad. Debido a que la población en Nueva York se redujo en 76.790 personas entre 2018 y 2019, esto muy posiblemente le quitará dos puestos en el congreso.
Otra importancia política del censo es la representación de las comunidades inmigrantes, quienes han sido históricamente subregistradas. Según proyecciones del Urban Institute a nivel nacional los residentes afroamericanos podrían estar subestimados en el censo del 2020 hasta en un 3.68 por ciento y los latinos en un 3.57, unos 2.2 millones de latinos alrededor de los Estados Unidos. Los inmigrantes se encuentran entre la definición del censo de poblaciones difíciles de contar. Sólo se proyecta que la gente blanca sea sobre contada en ciertos estados. Por esto “perdimos millones de dólares”, dice Menin.
Sorpresivamente en Nueva York, la tasa de autorespuesta (self-response rate) del censo en 2010 en un barrio con una importante población de inmigrantes como Washington Heights estuvo ligeramente por encima, 77,4 por ciento, con respecto a la tasa nacional de 76 por ciento.
En el estudio de NALEO, los latinos expresaron además preocupación por la revelación de información específica sobre ellos mismos o a los miembros de su familia cuando se les presentaba un formulario de prueba del censo 2020. Además, “casi todos compartían la opinión de que los latinos que no son ciudadanos no querrán participar una vez que vean las preguntas que se hacen”, dice el comunicado.
Los latinos que no son ciudadanos ven más riesgos personales en la participación en el censo. Al 73 por ciento de los no ciudadanos “les preocupa que los organismos de aplicación de la ley de inmigración utilicen la información del censo contra ellos o sus familias”.
Como lo muestra el reporte hay además otros malentendidos acerca del censo. Por ejemplo, 49 por ciento de los latinos más jóvenes, aquellos menores de 40 años, cree que el censo se utiliza para proporcionar información para rastrear y localizar a las personas por “los organismos de inmigración y de aplicación de la ley”. En comparación, el 29 por ciento de los latinos mayores de 40 años cree esto mismo.
Si se tiene en cuenta que poco después de ser rechazada la pregunta sobre la ciudadanía el presidente Donald Trump le pidió a las agencias federales encontrar una forma para crear una lista de no-ciudadanos, entonces pueda que este temor entre los latinos y especialmente entre indocumentados no suene tan disparatado y falto de sustento. Según reportó Reveal, “incluso sin una pregunta de ciudadanía, la oficina ahora puede identificar con precisión si un encuestado es ciudadano al menos el 90% de las veces”.
Por otra parte, en cuanto al método preferido de respuesta del censo para los latinos, el reporte dice que fue el correo tradicional, especialmente para los no ciudadanos y los latinos mayores de 40 años. En contraste, los más jóvenes, los latinos menores de 40 años, “prefieren completar el censo en línea”, a pesar de que en los grupos de discusión de 2019, la mayoría admitía no saber cómo funcionaba el proceso en línea.
El censo se basa en nueve simples preguntas, pero por culpa de una —aquella sobre la ciudadanía que no se incluyó—, pueda que termine costando miles de millones a varias ciudades, un subregistro en el conteo y resultados de investigaciones basadas en los datos del censo menos precisos.