Crowded apartment

Adi Talwar

Nora Huertero (43) y Fabián Bravo (38) con dos de sus tres hijos Samantha Bravo (14) y Donato Huertero (20) en su apartamento de un dormitorio en Sunset Park Brooklyn. Su hijo menor Nathan Bravo (8) Estaba en la escuela cuando se hizo la fotografía. Nora ha alquilado el apartamento desde 1995.

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La hija de Christina Saldana, Hailey, de 9 años, juega con una muñeca marrón en el espacio de tránsito entre el sofá familiar y la pared. Tiene una cajita de color rosa de juguetes arrinconada en una esquina, y otra al lado de la cama rosada que la familia de tres comparte la mayoría de las noches.

Saldana y sus dos hijas están apretujadas en su estudio de 650 pies cuadrados en El Bronx.

“La única puerta que tengo ahora mismo es la del baño”, dice Saldana, de 27 años. “Si quiero tener unos minutos para mí misma, me tengo que dar un baño de espuma”.

Saldana paga $1,100 por el estudio en Parkchester, donde la familia ha vivido por cuatro años. Con su salario anual de $40,000, quiere comprar algo para que sus chicas tengan más espacio mientras crecen, pero dice que no encuentra nada en el mercado que se ajuste a sus necesidades.

Los neoyorquinos siempre han vivido en espacios reducidos, desde múltiples generaciones de inmigrantes hasta las familias numerosas judías ortodoxas. Pero el aumento de rentas que acompaña a la gentrificación en algunos vecindarios ha llevado incluso a familias de cuatro miembros a apiñarse en espacios reducidos.

El precio de un apartamento de dos habitaciones en vecindarios históricamente pobres como Mott Haven en El Bronx subió un 14% el pasado año, hasta una media de $1,850. Muchas familias de clase trabajadora se ven forzadas a arreglárselas en apartamentos de una habitación o estudios. El programa de vivienda asequible de la ciudad ha tratado de compensar por esa tendencia en los últimos cinco años, construyendo muchas más unidades asequible de una y dos habitaciones que unidades más grandes. Sin embargo, algunos activistas dicen que eso, a su vez, está dejando a las familias numerosas sin opciones.

Edad de oro de las dos habitaciones

De las 156,000 unidades de vivienda asequible construidas o preservadas desde 2014, más de 100,000 tenían dos o menos habitaciones, según datos de New York City’s OpenData. Casi 43,000 eran de dos habitaciones. Por contra, solo 14,700 viviendas de tres habitaciones fueron construidas o preservadas en el mismo periodo, y solo 1,500 de cuatro habitaciones.

Las constructoras en la ciudad tienden a favorecer estudios y apartamentos de una habitación, con más de 25,000 unidades construidas desde 2014, comparado con algo más de 2,000 unidades de tres habitaciones y solo 88 de cuatro. Por otro lado, la ciudad preservó más de 30,000 unidades de dos habitaciones, más de 27,000 de una habitación, y solo unas de 12,000 de tres habitaciones.

En un vecindario como el Sur del Bronx, antes conocido por sus casas adosadas que albergaban varias generaciones familiares, ahora predominan los apartamentos con dos o menos habitaciones. Según datos del American Community Survey el vecindario perdió unas 400 unidades de tres o más habitaciones entre 2010 y 2017, mientras sumó 4,311 unidades con dos o menos habitaciones. Más de mil de ellas fueron estudios.

En total, la ciudad perdió más de 23,000 apartamentos con cuatro habitaciones o más.

Por lo general, el plan de vivienda asequible del alcalde De Blasio refleja las tendencias de mercado en cuanto al tamaño de apartamentos. El plan, lanzado en 2014, se enfoca en las necesidades de vivienda de un creciente grupo demográfico de hogares de una o dos personas. El informe señalaba que en 2012 había 1.9 millones de hogares de este tipo en la ciudad (más del 60% del total), pero solo 1.25 millones de estudios o apartamentos de una habitación.

Alrededor del 89% de todas las solicitudes al sistema de lotería de viviendaHousing Connect provienen de hogares de entre una y tres personas, según el Departamento de Vivienda y Preservación (HPD). El plan del alcalde no dice explícitamente que la ciudad debería crear más viviendas de una habitación y estudios, pero reconoce que “necesitamos no solo más vivienda, sino también una mezcla de nuevos tipos de vivienda que refleje las diversas necesidades de los neoyorquinos”.

“Estamos comprometidos a crear y preservar oportunidades de vivienda asequible de alta calidad atendiendo a las necesidades de una gama de tamaños de hogares”, dice la Secretaria de prensa de HPD Juliet Pierre-Antoine. “Nuestros programas de financiación y guías apoyan unidades familiares así como unidades más pequeñas que responden a los cambios poblacionales”.

Para familias que buscan unidades asequibles más grandes no es solo una cuestión de cuál es el tamaño de la vivienda que la ciudad construye o preserva, sino de cómo se determina la elegibilidad. Una familia de tres o cuatro miembros puede desear un apartamento de tres habitaciones, pero según las normas de vivienda asequible de la ciudad no lo van a obtener, dice la activista de vivienda Alexandra Fennell.

Cuando las familias mandan su solicitud de vivienda asequible, el portal de vivienda asequible de la ciudad Housing Connect las organiza según el tamaño de apartamento correspondiente. Bajo las directrices de la ciudad, entre tres y seis personas pueden rentar un apartamento de tres habitaciones. Pero las normas del Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano federal dicen que dos personas para cada habitación es usualmente un estándar aceptable. Las normas de la ciudad pueden ser flexibles en cuanto a las edades y composición de las familias, pero Fennell, quien es director de redes de la organización de iglesias por una vivienda justa (Churches Aligned for Fair Housing),dice que el HPD normalmente se ciñe a la norma de dos por habitación.

“A una familia de cuatro no le dan tres habitaciones”, dice Fennell. “Aun si hay una gran necesidad de apartamentos para familias de tres o cuatro miembros, cuando se construyen edificios bajo la ley de MIH (Vivienda Inclusiva Obligatoria), lo más posible es que un apartamento de tres habitaciones vaya a una familia de cinco o seis”.

La ciudad establece directrices para los constructores de vivienda asequible sobre cómo deberían ser los apartamentos subvencionados, incluyendo el número de habitaciones. Algunos constructores dicen que hay menos incentivos para construir grande que antes. La hoja de términos para programas como ELLA (vivienda asequible para ingresos bajos y extremadamente bajos) dice que según las normas de HPD las constructoras deben dedicar al menos un 30% de las unidades propuestas a apartamentos con dos habitaciones o más. Pero este mandato solía ser del 50%, dice Aaron Koffman, un dirigente de la compañía comercial de desarrollo con sede en Manhattan Hudson Inc.

Las directrices más recientes les dan mucha flexibilidad a los constructores. Según la hoja de términos de ELLA, no pueden construir más de un 25% de estudios, pero no se especifica un número concreto de apartamentos de tres o cuatro habitaciones.

Koffman, quien supervisa todas las unidades asequibles de Hudson, dice que esa flexibilidad es positiva.

“Generalmente, todos los edificios acaban funcionado cuando tienen una buena mezcla de estudios y unidades de una, dos tres habitaciones”, dice Koffman. “Es genial tener niños en los pasillos, pero también hay gente que vive en solitario”.

Pero según activistas de la vivienda como Alicia Boyd, de Brooklyn Anti Gentrification Network, hay constructores de vivienda de mercado que construyen segmentos de vivienda asequible para recibir beneficios fiscales de la ciudad, y tratan de hacer estos apartamentos lo más pequeños que puedan.

“Los residentes ricos no quieren mezclarse con los pobres, así que los ponen en algún rincón por ahí”, dice Boyd. “Y construyen estudios y unidades de una habitación para que no haya niños porque los niños son más visibles”.

Los constructores sí tienen un incentivo financiero para mantener un bajo número de habitaciones en nuevas construcciones de vivienda asequible. Generalmente, la ciudad concede mayores subsidies para los proyectos más grandes, los cuales, dice Koffman, están usualmente basados en el número de unidades. La misma ciudad pone un gran énfasis en el número de unidades. Todos los logros del plan de vivienda del alcalde incluyen una referencia al respecto, desde las 34,000 unidades construidas el año pasado hasta el objetivo de De Blasio de alcanzar las 200,000 en 2024. Algunos dicen que en la ciudad y las constructoras se está incentivando la cantidad por encima del tamaño.

“Una caja de cien pies cuadrados podría contener muchos más apartamentos si fueran todos estudios en vez de una combinación de estudios y apartamentos de una, dos y tres habitaciones”, dice Koffman. “Pero la ciudad sabe eso; por eso es que limitan el número de estudios que se pueden hacer”.

En cuanto a los costos de construcción, Koffman dice que los apartamentos de dos y tres habitaciones son el tamaño ideal. No precisan de dos baños, como los de cuatro habitaciones, y resultan más rentables que, por ejemplo, construir dos unidades de una habitación en que los arquitectos deben presupuestar dos cocinas y dos salas-comedor.

“No es tan obvio que las unidades pequeñas son la mejor opción”, dice Koffman. “Arquitectónicamente, los edificios no quedan bien trazados. Lo que necesitas es espacio. Podrías hacer estudio, estudio, estudio, pero eso significa una ventana para cada apartamento, y estructuralmente eso no es tan fácil de lograr”.

El reto de más habitaciones

Sin embargo, los apartamentos más grandes no suponen ningún ahorro para los constructores. Construir una vivienda asequible de cuatro habitaciones es complicadísimo, dice Stephanie Sosa, representante de constructores de vivienda asequible sin fines de lucro para la Association for Housing and Neighborhood Development. Estos apartamentos deben tener dos baños y medir más de 950 pies cuadrados, entre otros requisitos costosos.

“La demanda está ahí”, dice Sosa. “Pero cuesta tanto dinero desarrollar y mantener estas unidades que al final resulta mucho más complicado”.

Además, la información sobre renta y subsidios municipales en la hoja de términos de vivienda asequible de la ciudad solo llega hasta las tres habitaciones, dejando a los constructores sin apenas conocimiento sobre los cargos financieros que conlleva un apartamento de cuatro habitaciones.

“La ciudad básicamente dice: ‘Esto es lo que debes desarrollar, y no tienes que ir más allá’”, dice Sosa.

Fennell dice que otro problema con estos apartamentos grandes es que nadie los puede pagar. Las familias de cuatro o más miembros deben tener ingresos considerablemente más altos de lo que es habitual para poder optar a vivienda asequible.

Ese es el principal obstáculo para el contratista Juan Cano, el único que aporta ingresos en su familia de cuatro. Él, su esposa y sus dos hijos adolescentes comparten un apartamento de una habitación en el Sur del Bronx. “La privacidad simplemente no existe”, dice.

Él paga $750 al mes. Sus hijos comparten una litera en la sala principal, y él y su esposa duermen en el sofá convertible. Se las areglan, dice Cano. Pero ha estado solicitando a loterías para entrar en dos complejos de vivienda asequible en el Sur del Bronx y su nivel de ingresos no es suficiente para ninguno de los dos.

“Caigo justo por debajo del mínimo posible”, dice Cano. “Con $30,000 al año no soy elegible para mucho”.

En los mismos complejos de vivienda asequible, el ingreso de Christina Saldana le hubiera valido para una habitación. Pero su familia es demasiado grande. Al tener dos hijas, la ciudad la agrupó en la categoría de dos habitaciones, donde gana demasiado poco para cumplir con los requisitos.

“Me siento atrapada”, dice Saldana. “Estoy haciendo todo lo que se supone que haga, y ya no sé qué más hacer”.

Familias grandes en la estacada

Pese a que el tamaño familiar promedio de la ciudad es de unas tres personas, la mayoría de activistas de vivienda y juntas comunitarias dicen que todavía hay familias numerosas, y son las más necesitadas de vivienda.

“Hay varias generaciones de la misma familia viviendo juntas en el mismo edificio”, dice Marcela Mitaynes, directora del comité de vivienda de la Junta Comunal 7 en Brooklyn, que representa Sunset Park. “Estamos viendo el desplazamiento, el acoso y los precios que están separando a las familias”.

Sunset Park es hogar de una gran población de familias inmigrantes atraídos por rentas históricamente más baratas y apartamentos normalmente más grandes. La misma Mitaynes se mudó al vecindario en 1979 con su padre y sus abuelos, inmigrantes de Perú.

Antes habían vivido apiñados en un apartamento de una habitación en Hell’s Kitchen, dice, pero en Sunset Park encontraron espacio para respirar. Pronto sus tías y tíos llegaron desde Perú. Después del nacimiento de su hija, cuatro generaciones de su familia compartían la misma vivienda.

“Realmente creamos aquí nuestro nuevo hogar”, dice.

Pero ahora los caseros están dividiendo estas viviendas grandes. Apartamentos que antes tenían cuatro habitaciones están siendo fraccionados en unidades más pequeñas.

El Departamento de Edificios de la ciudad lleva la cuenta del número de permisos concedidos en los que un edificio aumenta su cantidad de unidades sin añadir superficie, esencialmente cuando apartamentos más grandes son reconvertidos en múltiples unidades más pequeñas. En Sunset Park, 44 edificios recibieron este tipo de permiso en los últimos cinco años. En la Ciudad de Nueva York esto ocurrió 728 veces.

Según la American Community Survey, Sunset Park perdió más de 1,300 apartamentos de tres o más habitaciones, incluyendo hasta 907 unidades de seis habitaciones o más. Por el contrario, incorporó hasta 2,608 unidades de dos habitaciones. Pese a perder las unidades más grandes, el promedio de tamaño familiar de Sunset Park creció de 3.67 a 3.85 personas.

Con menos unidades grandes disponibles, las familias numerosas se encuentran en condiciones particularmente duras de habitabilidad. La gente soltera empieza sus familias en apartamentos pequeños, asumiendo que cuando la familia crezca encontrarán los medios para mudarse a un sitio más espacioso. Sin embargo, la subida de los alquileres y la escasez de apartamentos grandes disponibles hacen que se vean atrapados.

Solo quieren que nos vayamos’

Eso le ocurrió a Nora Huertero, de 43 años, quien ahora tiene tres hijos en el apartamento de un dormitorio en Sunset Park donde ella y su hermana se mudaron en 1995. Ella y su esposo duermen en el sofá de la sala. Su hija Samantha, de 14 años, y su hijo Nathan, de 8 años, comparten una amplia sala que también funciona como un armario familiar y su hijo Donato Huertero, de 20 años, que asiste a la universidad, tiene su propia habitación.

Hay poco espacio pero se las arreglan, dice Huertero. Más terrible que compartir es el trato por parte del casero, que según cuenta la familia Huertero no hace reparaciones y les manda falsos anuncios de desalojo. Los dos pequeños han desarrollado asma debido al moho y a la plaga de cucarachas en el apartamento. Mientras tanto, la renta sigue subiendo año tras año, a pesar de ser un apartamento de renta estabilizada.

“Solo quieren que nos vayamos’”, dice Samantha.

Pero Huertero, quien trabaja largas horas como trabajadora doméstica, paga $1,125 al mes de renta, que es aproximadamente la mitad de lo que suelen costar dos habitaciones en Sunset Park. Ahora mismo no hay ningún lugar adonde su familia pueda mudarse, dice.

“Antes solía ser que si tú trabajabas ganabas lo suficiente para vivir, pero ahora nada de nada”, dice Huertero. “Incluso con los hijos, no tienes el dinero extra para las cosas que necesitan”.

Laura Espinoza, una madre de cuatro en Sunset Park, considera injusto que las familias más pequeñas tengan más opciones y rentas más baratas por parte de la ciudad, ya que para las familias numerosas encontrar un apartamento en el mercado es más difícil.

La familia de Espinoza fue desalojada por su casero hace tres años, y resultó casi imposible encontrar un nuevo casero que aceptara sus bebés gemelos. Dice que los caseros y la administración de propiedades no querían niños en sus edificios, quizá debido al ruido, o porque las familias con niños posiblemente se quedarían por más tiempo, forzando a los caseros a incrementar las rentas más lentamente. Solo seis días antes de su desalojo, Espinoza encontró un apartamento. Empezaron a mudar sus cosas hasta que apareció el casero y la vio cargando con sus dos bebés.

“Le habíamos mentido. No le dijimos que teníamos dos hijos más”, dice Espinoza. “Cuando los vio, agarró nuestras cosas y dijo ‘no’”.

“Esa noche lloramos mucho”.

El apartamento apareció en el último minuto. No había contrato y la renta mensual se llevaba la paga completa de su marido, pero había suficiente espacio para que los gemelos, ambos autistas, pudieran moverse y jugar libremente. Espinoza dice que su casero es amable y que ella y su esposo han establecido una buena relación con él al renovar el apartamento. Sin embargo, después de tres años sin contratooficial, el futuro de su familia sigue tan incierto como siempre.

La falta de dinero es un problema constante para la familia inmigrante — Espinoza es de Ecuador y su marido mexicano. Pero ella dice que lo que está buscando no es una renta más barata, solo un futuro en que no tenga que preocuparse cada fin de mes por si su edificio es vendido a un casero privado. Así que cuando el año pasado fue propuesto un complejo de vivienda asequible en Sunset Park, ella abogó por su aprobación, y después entró en la lotería para lograr una unidad en el mismo.

“Solamente quiero tener garantías”, dice Espinoza. “No pido que me regalen nada. Mi mamá me enseñó que hay que trabajar por lo que deseas”.

Unedificio de 8 pisos con 49 unidades de vivienda asequible y una biblioteca se empezó a construir en Sunset Park en febrero, pero Espinoza y su familia no vivirán allí.

Debido a que su hijo mayor tiene 18 años, su familia de seis miembros solo es elegible para cuatro habitaciones. Ese complejo no tiene ninguna unidad de ese tamaño. Ella pidió ayuda a activistas, miembros de juntas comunitarias y funcionarios municipales. El único consejo que recibió de alguien de HPD fue: “Quizá podrías sacar a tu hijo de la casa”.

“Yo dije: ‘¿Cómo?’”, dice Espinoza. “Conozco este país, cuando tú tienes 18 años te vas de casa y dejas a tu familia, pero en mi país es diferente. ¿Cómo voy a sacar a mi hijo? ¿Cómo puedes decir algo así?”.

Encontrar la mezcla ideal

Mientras la falta de apartamientos de cuatro habitaciones desespera a las familias numerosas de Sunset Park, la presencia de los mismos creó controversia en otra parte de Brooklyn. Cuando el alcalde Michael Bloomberg rezonificó una parcela de ocho cuadras en la intersección de Bed Stuy y Williamsburg llamada Broadway Triangle en 2009, la constructora United Jewish Organizations of Williamsburg hizo una propuesta para construir casi 300 unidades de vivienda asequible en ese terreno. El problema: la propuesta incluía una cantidad sin precedentes de apartamentos de tres y cuatro habitaciones.

Algunos activistas, entre ellos Fennell, dijeron que los planes incumplían la ley de vivienda justa (Fair Housing Act) y llevaron el caso a la corte, lo que aplazó el desarrollo hasta el año pasado. Grupos de vecinos protestaron que los grandes apartamentos estaban dirigidos a familias hasídicas y dejaban de lado a las muchas familias negras e hispanas que también viven en el vecindario.

“Iban a construir un número exagerado de unidades grandes, las cuales a través del sistema de lotería realmente solo están al alcance de familias ultra-ortodoxas”, dice Fennell.

El caso se resolvió con una buena dosis de coordinación entre los tres grupos, y el resultado será una mezcla de 380 unidades asequibles entre estudios y apartamentos de una, dos, tres y cuatro habitaciones. Aquella controversia dio inicio a un diálogo sobre el tamaño de los apartamentos.

Para Mitaynes, Broadway Triangle no significa que los apartamentos de cuatro habitaciones no deberían existir. Por el contrario, se trata de una muestra de que las comunidades en que se construye vivienda asequible deben tener más poder a la hora de decidir cómo va a ser esa vivienda.

“Definitivamente creo en la presión pública, y creo que puede funcionar”, dice Mitaynes. “Pero no es fácil”.

Las juntas comunales pueden dar su opinión acerca del tipo de unidades que formarán las propuestas de vivienda asequible en su vecindario, al menos si el edificio planeado está en terrenos públicos. Más allá de las directrices de la ciudad, los constructores pueden trabajar con las juntas para encontrar la mezcla idónea de tamaños de apartamentos.

En el caso del más reciente proyecto de vivienda asequible en Sunset Park, Mitaynes dice que la junta negoció con la Biblioteca Pública de Brooklyn y el Comité de la Quinta Avenida (Fifth Avenue Committee, FAC) para incluir una mayor presencia de unidades de dos y tres habitaciones. El desarrollo originalmente iba a ser de 65 unidades, y según Mitaynes la junta negoció una reducción hasta 49, para acomodar a más familias numerosas.

En la primavera pasada, la Junta Comunal 2 en El Bronx declinó su apoyo a un proyecto de vivienda asequible propuesto por Acacia Network, una constructora con cientos de contratos con la ciudad, porque solo ofrecía apartamentos de una habitación o estudios.

“Es una lástima que ellos (Acacia) provienen de nuestra comunidad y aún así no entienden nuestras necesidades”, dice el director de la Junta Comunal Roberto Crespo. “Aquí tenemos familias grandes”.

Lymaris Albors, Vicepresidente Ejecutiva de Acacia, dice que no tenía conocimiento del rechazo de la junta al proyecto, del cual presentaron planes muy preliminares a la reunión del comité de vivienda en marzo. El proyecto todavía está pendiente y podría incluir una mayor cantidad de apartamentos de dos y tres habitaciones, pero el extenso portafolio de Acacia también toma en cuenta el envejecimiento de la población de Nueva York, dice Albors. Si en un edificio predominan las unidades de una habitación y estudios, lo más posible es que esté diseñado para personas mayores, agrega.

Sin embargo, tanto ella comoKoffman también reconocen que cuando Acacia o Hudson presentan sus planes de vivienda asequible a las juntas comunales, éstas a menudo les piden más unidades grandes.

“Siempre van a pedir dos y tres habitaciones porque eso es lo que necesita la comunidad”, dice Albors.

Tanto Saldana como Espinoza dicen que han intentado contactar con funcionarios electos para preguntarles acerca de sus problemas de vivienda. Saldana llamó a la oficina del alcalde De Blasio. Espinosa dice que ha estado en contacto con varios miembros de su junta comunal, y le han dicho que no pueden hacer gran cosa por ella. Pero ellas dicen que no van a dejar de intentarlo.

Para Saldana, la situación es urgente. Hace tres años, se inscribió en la lotería de Housing Connect para optar a un complejo de apartamentos asequibles que se estaba construyendo en la Calle 42 Oeste. Ella pensaba que este año, cuando el complejo iba a ser finalizado, lograría cumplir con los requisitos de ingresos, así que cuando llegó el año, no renovó su contrato.

Estaba equivocada. La HPD le dijo que el ingreso mínimo para ser elegible por dos habitaciones es de $68,675. Ahora, no sabe qué hacer.

“La incertidumbre me está matando”, dice Saldana. “Tengo pesadillas como: ¿adónde voy a ir?”.

Espinoza dice que tiene cierta esperanza de que su vecindario empiece campañas populares en favor de familias numerosas, para que pueda mantener a todos sus hijos bajo el mismo techo tanto tiempo como sea posible.

“No pedimos demasiado”, dice. “Solo queremos un apartamento”.