City Limits utilizó la Ley de Libertad de Información (Freedom of Information Law o FOIL por sus siglas en inglés) para obtener datos del Departamento de Salud e Higiene Mental de la ciudad de Nueva York sobre las muertes semanales de COVID-19 por raza/etnia desde septiembre de 2020 -cuando acababa de pasar la primera ola- hasta finales de julio de 2022.

Jeanmarie Evelly

Carpa de gestión de emergencias en el exterior del Hospital Mount Sinai Queens en Astoria a finales de marzo de 2020.

Este artículo apareció originalmente en inglés. Translated by Daniel Parra. Read the English version here.

Al comienzo de la pandemia, en marzo de 2020, la ciudad de Nueva York tardó más de un mes en publicar los primeros datos detallados sobre las muertes por raza y etnia en la ciudad, en donde se mostraban que el COVID-19 era dos veces más mortal para los negros y los latinos que para los neoyorquinos blancos.


Desde entonces, la ciudad ha estado publicando y actualizando información relacionada con las muertes desglosadas por raza/etnia, pero usando como medida la tasa de mortalidad—el número de muertes por cada 100.000 personas de un grupo determinado—sin dar una cifra concreta sobre el número de muertes o la fecha para saber qué semanas han sido las más letales para una población específica.

City Limits utilizó la Ley de Libertad de Información (Freedom of Information Law o FOIL por sus siglas en inglés) para obtener datos del Departamento de Salud e Higiene Mental de la ciudad de Nueva York sobre las muertes semanales por COVID-19 por raza/etnicidad desde septiembre de 2020—luego de la primera ola de la primavera de 2020 y cuando la segunda estaba a punto de golpear la ciudad—hasta finales de julio de 2022.

El conjunto de datos incluye tanto las muertes confirmadas por COVID-19 (clasificadas como tales tras un resultado positivo de una prueba molecular) como las muertes probables por COVID-19 (cuando la causa de la muerte que figura en el certificado de defunción es COVID-19 o algo similar, pero sin una prueba molecular positiva en el registro); y las muertes de residentes en instalaciones congregadas (centros de atención a largo plazo y centros penitenciarios).

Pero toda la información no fue proveída. Los grupos raciales y étnicos en los que se produjeron cuatro o menos muertes en una semana determinada no se incluyeron en el conjunto de datos para proteger la confidencialidad de los pacientes, señala el Departamento de Salud. Las cifras exactas—que totalizaron 6.069 muertes entre los residentes blancos, 4.309 entre los hispanos/latinos, 4.265 entre los negros/afroamericanos y 1.907 entre los asiáticos/isleños del Pacífico—tampoco tienen en cuenta las diferencias de población entre esos grupos.

Según los datos del censo, la población de la ciudad de Nueva York es aproximadamente un 42 por ciento blanca, un 24 por ciento negra o afroamericana, un 29 por ciento hispana o latina y un 14 por ciento asiática. Desde que comenzó la pandemia, la población hispana/latina de la ciudad es la que ha soportado la mayor tasa de mortalidad si se tiene en cuenta el número de habitantes, seguida por los residentes afroamericanos, y luego por los neoyorquinos blancos y asiáticos, respectivamente, según muestran los datos del Departamento de Salud.

“Las diferencias en los indicadores de salud entre grupos raciales y étnicos se deben al racismo estructural a largo plazo, no a rasgos biológicos o personales”, dijo el Departamento como parte de la respuesta a la solicitud de datos de City Limits.

“El racismo estructural—siglos de políticas racistas y prácticas discriminatorias en las instituciones, incluidas las agencias gubernamentales, y en la sociedad—impide a las comunidades de color acceder a recursos vitales (como la atención médica, la vivienda y la alimentación) y a oportunidades (como el empleo y la educación), y afectan negativamente a la salud y el bienestar general”, añadió el Departamento.

De los datos preliminares obtenidos por City Limits se desprende una imagen, aunque imperfecta, que muestra a la primera oleada como devastadoramente letal para los residentes negros y latinos, y las disparidades continúan hasta el día de hoy, cuando el virus ha matado a negros y latinos a un ritmo 1.6 veces superior que a los blancos, según los últimos datos de la ciudad.

Durante el período de casi dos años que representan los datos, la ciudad registró dos picos importantes de muertes por COVID-19: el primero a finales de enero y principios de febrero de 2021, cuando varias semanas superaron las 500 víctimas mortales. El periodo más mortífero tuvo lugar a principios de este año, cuando la variante ómicron provocó un aumento de los casos, y se produjeron casi 900 muertes durante la semana del 15 de enero.

El miércoles pasado, la gobernadora Kathy Hochul anunció el fin de la obligatoriedad de la mascarilla en el transporte público, haciendo que su uso sea opcional —aunque recomendado— durante una semana en la que murieron más de una docena de personas en la ciudad.

Cada barra del gráfico siguiente representa los datos de la semana completa señalada.