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Los comentarios del presidente Trump sobre la probabilidad de suicidio durante la crisis COVID-19 angustiaron a muchos profesionales de la salud mental.


Para los profesionales en salud mental, en momentos de crisis como los que vivimos ahora por el coronavirus, es tan importante el cómo se habla acerca de suicidios como lo que se dice acerca de este tema.

Por ejemplo, expertos en salud mental se horrorizaron por la forma displicente y el terrible error que el presidente Trump cometió en marzo 24 al decir que si la economía de los Estados Unidos se mantenía cerrada y en aislamiento, entonces los suicidios aumentarían por miles.

Para Katherine M. Keyes, profesora de epidemiología e investigadora de trastornos psiquiátricos en la escuela de salud Pública Mailman de la Universidad de Columbia, este fue un terrible error porque “son este tipo de declaraciones” de figuras públicas las que pueden llevar a un verdadero “aumento en el número de suicidios ya que las personas pierden esperanza”, además, estas declaraciones no tienen fundamento real.

De cualquier modo lo que el presidente Trump dijo sobre el suicidio fue inexacto, dicen los expertos y tampoco refleja los patrones históricos en suicidios durante desastres. Si bien la mayoría de líneas de asistencia de prevención al suicidio hasta el momento indican un aumento en el número de llamadas, esto no necesariamente indica mayores riesgos de suicidio.

Suicidio y salud mental

No hay pruebas de que los suicidios aumenten drásticamente dijeron todos los expertos consultados por City Limits. Poco después de la alocución en la cual el presidente decía “Probablemente y —quiero decir, definitivamente— sería en números mucho mayores [de suicidios] que los números de los que estamos hablando con respecto al virus”, la Associated Press publicó un reporte negando la veracidad de estas afirmaciones, diciendo que no hay pruebas “y mucho menos que superen las posibles muertes por coronavirus. Históricamente en una crisis los suicidios tienden a disminuir a medida que la sociedad se une en un propósito común”.

Organizaciones como la National Alliance on Mental Illness of New York City, NAMI-NYC por sus siglas en inglés, han notado un aumento de llamadas telefónicas y correos electrónicos a las líneas de ayuda a partir del 1 de marzo, cuando se detectó el primer caso de coronavirus en Nueva York.

“Sí, el volumen ha aumentado significativamente. Establecimos un máximo histórico la semana pasada para el número de personas que contactan la línea de ayuda de NAMI en un día determinado”, reconoció Dawn Brown, directora  de Community Engagement at the National Alliance on Mental Illness, “con un aumento del 45 por ciento”.  

En la ciudad de Nueva York el volumen de llamadas, mensajes de texto y chats con NYC Well, la línea de apoyo para temas de salud mental de la ciudad, también ha aumentado. Por su parte, el departamento de salud e higiene mental de la ciudad de Nueva York, NYC Health por sus siglas en inglés, ha notado como tendencia general que “en los últimos años, el volumen de llamadas aumentó de febrero a marzo” y resaltó por correo electrónico que “el aumento de este año es mayor que el de años anteriores, probablemente este es el resultado de la promoción del programa NYC Well por parte de la alcaldía en respuesta al COVID-19. También puede deberse al estrés y la ansiedad que muchas personas sienten relacionadas con este brote”.

En 2019 el promedio de contactos por día al programa NYC Well fue “de 932. En la última semana (22 de marzo de 2020 a 28 de marzo de 2020) el volumen de contactos diarios ha estado en el rango de 1.100 a 1.300”, respondió la oficina de prensa del departamento de salud e higiene mental de la ciudad.

En cuanto a las líneas de apoyo de NAMI, Brown dijo que “de las personas que llaman y mencionan el COVID-19, más del 20 por ciento han mencionado haber experimentado un alto nivel de ansiedad. Entre los innumerables problemas, las personas que llaman buscan apoyo y tranquilidad, buscan dónde pueden encontrar un centro de pruebas, alternativas para acceder al tratamiento, asistencia financiera e información sobre servicios sociales en su área”.

La American Association of Suicidology, AAS por sus siglas en inglés, entidad que entre otras cosas se encarga de acreditar centros de crisis en todo el país, dijo a City Limits que muchos de los centros de ayuda a nivel nacional “están experimentando aumentos dramáticos en las llamadas. Algunos [de estos centros] se están haciendo cargo de la línea de ayuda específica para el coronavirus y las preocupaciones relacionadas con COVID-19 en su estado, así como atendiendo el aumento del volumen de llamadas por suicidio y crisis de salud mental. Y muchos de ellos están totalmente agotados, pero siguen haciendo el trabajo”. Según la oficina de prensa de AAS, “hablar con algunas de estas personas en las últimas semanas ha sido inspirador y desgarrador”.

“Sí, la gente está preocupada, confundida, abrumada y asustada, y las personas que atienden las líneas de crisis están haciendo todo lo posible para ofrecer un poco de esperanza y consuelo a los necesitados”, respondió AAS a través de un correo electrónico.   

Sin embargo de las entidades contactadas por City Limits la única que mencionó, vía correo electrónico, que no ha experimentado cambios significativos en el volumen de llamadas en este momento, fue la línea nacional de prevención del suicidio (National Suicide Prevention Lifeline).

A la pregunta por cómo la crisis detonada por el coronavirus está afectando la salud mental de los ciudadanos de Nueva York, Keyes responde que “llevará un tiempo tener esos datos”. “No sabemos exactamente cómo el riesgo de suicidio será impactado por el COVID-19, y algunas de las consecuencias pueden no verse durante meses o incluso años”, respondieron por correo electrónico Regina Miranda, profesora de psicología, y Ana Ortin, investigadora asociada, ambas del Hunter College en CUNY. 

“La primavera” dijeron Miranda y Ortin, suele “ser una estación en la que generalmente vemos un aumento en los intentos de suicidio y mayores visitas a los departamentos de emergencia.  Pero hasta donde sabemos aún no tenemos datos exactos sobre los intentos de suicidio en el mes de marzo, o si ha habido un aumento en comparación con años anteriores”.

Según reportó el departamento de salud e higiene mental de la ciudad a City Limits “es demasiado pronto para saber si hay cambios en la tasa o el número de suicidios en la ciudad de Nueva York debido a COVID-19” y para aclarar agregó que a “marzo 26 de 2020, no ha habido un aumento en las visitas a la sala de emergencias por asuntos relacionados con suicidio desde el brote de COVID-19 en la ciudad de Nueva York”.

“En Nueva York”, dijeron Miranda y Ortin, “la mayoría de las visitas a los departamentos de emergencia por ideación suicida, intentos de suicidio o autolesiones tienden a ser adolescentes, más a menudo niñas. Muchas de estas remisiones a los departamentos de emergencia para la evaluación del riesgo de suicidio provienen de las escuelas. Con el cierre de las escuelas, será más difícil para los maestros y los consejeros escolares que podrían haber identificado a los jóvenes en riesgo y remitirlos”.

El departamento de salud e higiene mental de la ciudad reportó que las cifras más recientes en suicidios son de 2017 cuando se reportaron 565 suicidios en la ciudad. De acuerdo con Miranda y Ortin en los Estados Unidos, “48.344 personas murieron por suicidio en 2018, y el estado de Nueva York tiene la tasa de suicidio más baja con un poco más de 8 por cada 100.000 (en comparación con el promedio nacional de poco más de 14 por cada 100.000)”. 

A nivel nacional, a grandes rasgos, “los hombres corren un mayor riesgo de muerte por suicidio que las mujeres. Al mismo tiempo, las mujeres piensan e intentan suicidarse con más frecuencia.  El período de mayor riesgo de vida para las muertes por suicidio tiende a ser en la edad madura, pero el período de mayor riesgo para hacer un intento de suicidio es la adolescencia”, explicaron Miranda y Ortin. 

Estas expertas también señalan que algunos adolescentes cuyos pensamientos suicidas son desencadenados por factores de estrés social pueden experimentar inicialmente un efecto amortiguador por no estar en la escuela. Pero “para aquellos que viven en hogares con altos niveles de conflicto interpersonal, no poder salir o recibir apoyo social de sus pares puede aumentar el riesgo”. Al mismo tiempo, Miranda y Ortin señalan que “la dependencia cada vez mayor de las redes sociales para comunicarse requerirá mayor vigilancia y monitoreo [para prevenir] ciberacoso. Los padres deben estar atentos a los signos generales de estrés en sus hijos para ofrecerles apoyo”.

Para NYC Health es importante “fomentar la resiliencia y ser conscientes de que las investigaciones demuestran que las personas que atraviesan acontecimientos de vida extremadamente difíciles pueden experimentar resultados positivos significativos, como una mayor resiliencia, relaciones más profundas y significativas, así como un mayor reconocimiento de su fortaleza personal”.  

Si bien es un aún muy temprano para medir el impacto de la crisis, esto no quiere decir que lo que está sucediendo con el COVID-19 no pueda ser un evento traumático para muchas personas, y que por ello en el futuro tendrán que lidiar con los efectos nocivos de un trastorno de estrés postraumático (PTSD por sus siglas en inglés).

“Estas circunstancias que estamos viviendo ahora pueden llegar a causar PTSD”, dijo Denise Varela, consejera en salud mental y consejera nacional certificada. Entre sus síntomas están reviviscencia (flashbacks), evasión (no querer escuchar noticias sobre el tema, tener miedo a pasar enfrente de un hospital, etc.), hipervigilancia y reactividad  (estar “super alerta” y pendientes de que “algo va pasar”), y alteraciones negativas del estado de ánimo (sentir tristeza, ansiedad, enojo, sentimientos de culpabilidad, etc.)”.

“La pérdida de empleo, la inestabilidad financiera, la depresión, la ansiedad, entre otros, pueden ser factores que aumentan el riesgo de suicidio”, dijo Keyes. Además, reconoció que el aislamiento social puede no ayudar a personas que venían enfrentando problemas de depresión o ansiedad.

Los expertos también reconocieron que la comunidad latina así como la comunidad inmigrante, enfrenta problemas específicos como barreras del idioma, falta de seguro médico, miedo a la deportación, diagnóstico erróneo, discrepancias en el acceso a tratamiento y en la calidad de tratamiento que reciben.

Actualmente, muchos proveedores de servicios de salud mental se han pasado a la telemedicina, lo que plantea “retos y oportunidades: retos para las comunidades de bajos ingresos (generalmente minorías) con acceso limitado a internet y a la tecnología, y oportunidades porque las personas que tienen dificultades para viajar para ver a su proveedor de salud mental podrían tener más probabilidades de asistir a una sesión de telesalud desde su casa” dijeron Miranda y Ortin.

Comparativamente quienes están en mayor riesgo entre los distintos grupos (asiáticos, afroamericanos, latinos e indígenas norteamericanos) son los indígenas norteamericanos, admitieron las investigadoras. “El período de vida de mayor riesgo de muerte por suicidio tiende a ser a principios de los 20 años”. Además, “los jóvenes de las minorías sexuales y de género corren un riesgo particularmente alto de tener pensamientos suicidas, intentos de suicidio y muerte por suicidio”.

En estos momentos, “la ciudad y el gobierno federal juegan un papel importante para asegurar que los niños de familias de bajos recursos no se queden atrás. Esta es una situación sin precedentes, y aún no tenemos datos empíricos para entender el impacto y sus consecuencias”, agregaron Miranda y Ortin.

No se debería hablar de suicidio sin hablar de prevención 

Otro de los problemas que remarcaron algunos expertos sobre los comentarios del presidente es que nunca es una buena idea hablar de salud mental y suicidio sin mencionar los recursos disponibles para prevenir el suicidio.

Todos los expertos enfatizaron la importancia de que la comunidad entera sepa que hay profesionales disponibles para ayudar. 

La organización NAMI cuenta con una guía sobre la salud mental específica para la comunidad latina y la línea de ayuda de NAMI, (800) 950 6264, está abierta de lunes a viernes de 10 am a 6 pm (horario del este).

Organizaciones como la línea nacional de prevención del suicidio compartieron con City Limits este enlace en español que ofrece cinco pasos para ayudar a alguien en una crisis suicida, así como este enlace para encontrar ayuda en español las 24 horas.   

El programa NY Well de Nueva York ofrece una serie de recursos para apoyar emocionalmente a las personas cuyos síntomas de estrés sean abrumadores y les cueste sobrellevar esta situación. Por un lado está la línea telefónica 1 (888) NYC-WELL y también está este enlace donde se puede encontrar una lista de recursos de apoyo para quienes deben permanecer en casa, así como recursos para vivienda, empleo y desempleo, y comida.

El estado de Nueva York también lanzó una línea telefónica gratuita de salud mental (844) 863 9314 para los pacientes de COVID-19. La línea nacional de prevención del suicidio es 1 (800) 273 8255. 

Para los jóvenes LGBTQ, el Proyecto Trevor tiene una línea telefónica de crisis al 1 (866) 488 7386. El número de la línea de ayuda de apoyo emocional Covid-19 recientemente establecida en el estado de Nueva York es 1 (844) 863 9314.

The Samaritans también cuenta con una línea telefónica de prevención del suicidio que funciona las 24 horas y ofrecen ayuda en español en el (212) 673-3000 y esta guía que ofrece recursos y servicios para la prevención del suicidio (en inglés).

Puede encontrar en este enlace de la American Psychiatric Association dónde recibir ayuda cerca a su hogar.

Por último, Keyes recomendó que “si usted siente que no está recibiendo la ayuda y el servicio que se merece, busque la asesoría de un profesional de la salud mental para asegurarse que recibe la atención adecuada”.

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